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CICLISMO

A semejanza de Induráin

Abraham Olano sigue fielmente el sistema de preparación para el Tour del campeón español

Carlos Arribas

Cuando a comienzos de 1991 Miguel Induráin inició su asalto a su primer Tour los responsables del Banesto -Echávarri, Unzue, Sabino Padilla- anduvieron tanteando, probando unas cosas y otras, hasta dar con una fórmula que funcionó. Eran los tiempos de aquellos famosos picos de forma y cómo mantenerlos que sorbían el seso de los preparadores; era la búsqueda de la solución a un problema complicado: ¿cómo lograr que un ciclista pesado alcanzara un buen rendimiento en la montaña sin perder capacidad en las contrarreloj? Seis años y cinco Tours después, los del Banesto tienen ya una inteligencia industrial tan perfecta que la han exportado a todo aquel ciclista que quiera ganar un Tour. Han creado escuela, muchos les siguen, pero sólo ellos tienen los últimos secretos, primero de la preparación pre Tour y luego del desarrollo de la carrera francesa. Y tienen también a un corredor preparado para beneficiarse de todo ello.A Abraham Olano le habría gustado ser como Bernard Hinault o Laurent Jalabert o Claudio Chiappucci, como el tipo de ciclistas que más le gustan. Exhuberantes, atacantes, espectaculares, amantes de romper la carrera en el mismo momento en que sus fuerzas o el más mínimo repecho se lo permitan. Pero su físico -su más de 1,80 y sus más de 70 kilos-, sus características -excepcional rodador, pero diésel en la montaña- se lo ha impedido. "Me gustaría tener de Jalabert ese cambio de ritmo en montaña, esa capacidad para lanzar dos o tres demarrajes en un kilórnetro", dice el corredor guipuzcoano, de 27 años. "Algún día lo lograré. De todas formas, también soy capaz de demarrar, pero no puedo gastar fuerzas a lo bobo".

Pero Abraham. Olano quiere también ganar el Tour. No tiene la súper clase de Induráin, ese talento que permitía al navarro marcar la diferencia inexorablemente en las contrarreloj y a ganar carreras aun no estando al 100%. Olano está en igualdad de condiciones en ese terreno con otros tantos favoritos al Tour del 97. Pero tiene, quizás más que nadie, una ambición desbordante, una capacidad de trabajo, de entrenamiento, de sufrimiento, una fe en sí mismo extraordinarias. Tiene todo eso que le ha llevado a ser un corredor importante cuando todos apostaban que sería uno más de tantos. Y tiene un problema: sólo puede ganar el Tour al estilo Induráin y no es Induráin. Por eso está en el Banesto.

Induráin puso de moda eso de que todos los entendidos y aficionados le preguntaran cada dos por tres cuántos días de competición llevas, cuántos kilómetros de entrenamiento, cómo andas de peso, en qué carrera vas a probarte, cuál vas a intentar ganar. Era la parte visible de su preparacion. a parte que ha heredado Olano. Si se compara el programa pre Tour de Induráin en el 96 y de Olano en este 97 se observará una singular coincidencia: ambos han participado prácticamente en las mismas pruebas -si cambiamos la Andalucía 96 de Induráin por el País Vasco 97 de Olano, el navarro sólo corrió de más Milán-San Remo, Amorebieta y Alentejo, ocho días de más para compensar los seis años de menos que tiene Olano -cuanto más viejo más kilómetros son necesarios para coger la forma- y casi con los mismos resultados: con el último pelotón en febrero y marzo; algo más adelantado en abril -con el primero, pero siempre con alguien delante- y delante en mayo y junio.

Sin embargo, si a Induráin se le reprochaba su racanería en el dispendio en las carreras de preparación -luego, el año pasado, se le criticó su alegría en el dispendio en la Dauphiné-, llegados a Olano hemos dado aún con alguien más rácano. Induráin, por lo menos y gra

cias a su gran clase, ganaba aquellas carreras de mayo y junio, y no pequeñas carreras -dos Giros, dos Dauphinés...- a las que acudía buscando alcanzar su mejor forma. A Olano no le pidan eso. "No tengo ningún interés en ganar nada antes del Tour", dice. "Yo haré mis tests (otra palabre fetiche: pruebas de fuerza en plena carrera) en los momentos en que mi plan de preparación me lo exija y no me fijaré ni en los demás ni en el resultado de la carrera". No será como el Rfis del sábado pasado, que -campeón insatisfecho- hizo coincidir su test en la Amstel Gold Race con una exhibición que buscaba dejar alelados a sus potenciales rivales y, quizás más que a nadie, al Ullrich compañero de equipo.

Olano no se fija en nadie. Se fija en todo: en su pulsómetro y en los planes de entrenamiento que le manda desde Italia su médico, Michele Ferrari; en la báscula -"estoy mejor de peso que el año pasado, pero quiero llegar al Tour más delgado, rozando los 71 kilos"- y en la alimentación. Y llegará al Tour sabiéndose de memoria todos los lugares clave. La semana pasada estuvo en los Pirineos recorriendo la etapa del Soulor y Val Louron; después de la Dauphiné recorrerá los puertos de los Alpes que no conoce, entre ellos Alpe d´Huez. Y luego se concentrará en los Pirineos para los últimos entrenamientos de calidad. Descanso y a Rouen, la ciudad de partida del Tour. Y allí...

Coincidencias para quien quiera creer en ellas: Induráin tenía 27 años cuando ganó su primer Tour. Lo hizo escapado con un italiano, Chiappucci, en una etapa camino de Val Louron. Seis años después, otro español de 27 años quiere ganar el Tour. Seis años después vuelve a estar Val Louron en el menú francés. Seis años después, otro italiano, Zaina, reclama la herencia de Chiappucci.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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