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Entrevista:

"Me molestan los que nos sentencian por no comulgar con sus ideas"

El secretario general de CC OO no ha terminado todavía el maratón de la reforma laboral. Ahora tocan las explicaciones, las respuestas, las entrevistas... Es centro de actualidad y no sólo por ser protagonista activo de las negociaciones con la patronal. También por ser centro de los ataques lanzados desde Izquierda Unida por Julio Anguita y desde dentro de su sindicato por Agustín Moreno.Pregunta. ¿Cuál es la dimensión de este acuerdo?

Respuesta. A mí, al igual que a José Luis Sampedro, los que se imbuyen del sentido de la historia me revientan un poco. No quiero que este acuerdo se valore con trascendentalismos. Es un acuerdo importante, no cabe duda, pero no necesita exageraciones. Se ha logrado un equilibrio entre unas garantías legales estrictas y un fuerte desarrollo de la democracia industrial. En España hemos tenido lo contrario desde el inicio de la transición. El ordenamiento de las relaciones laborales siempre ha venido más desde las esferas gubernamentales, desde el legislativo, que de la autonomía de empresarios y sindicatos, negociando y llegando o no a acuerdos. Además, es un pacto que se ha podido hacer por no intervenir el Gobierno.

P. ¿Con un Gobierno del PSOE se hubiera podido alcanzar?

R. Yo creo que sí. Éste es un acuerdo sin Gobierno. SI¡ el PSOE hubiera estado gobernando, porqué negar que hubiera tenido la oportunidad de aprender de experiencias anteriores y ser respetuoso con el proceso de negociación de empresarios y sindicatos.

P. ¿Pero quizá la patronal haya hecho un esfuerzo mayor para alcanzar un acuerdo por tener un Gobierno más cercano a sus posturas?

R. Esto lo desmiente la experiencia. Desde el principio de la transición, CEOE ha suscrito acuerdos estando el PSOE en el Gobierno. A mí me empieza a inquietar que por la necesidad de acreditar más la política en España, una necesidad a la que yo quiero contribuir, algunos pueden constreñir tanto la política a los intereses partidistas que, como se sigue interpretando todo en clave de estos intereses, estemos perdiendo la perspectiva más noble, más importante de este acuerdo en relación con la política. Este acuerdo es un ejemplo a seguir, lo digo modestamente. Tal vez en la política se debiera mirar más esto y no hurgar en recovecos que les permitan vincular el acuerdo con los intereses partidistas.

P. Hay quien dice que los sindicatos han cedido demasiado.

R. Yo no he visto a nadie que presente un acuerdo sin haber cedido algo. Quien dice que llegará al final de un acuerdo con el 100% de lo que pretende está mintiendo. Aquí no hay solución si no te implicas en ella, y para componer soluciones uno tiene que ceder algo. Un segundo razonamiento es casi una tautología. Un acuerdo es equilibrio. Ninguna de las partes hemos hecho una renuncia de principio a nada. Nosotros, por ejemplo, no hemos renunciado a que se reduzca la jornada algún día. Hemos dado un paso en esa dirección. Un paso que no se había dado nunca, un compromiso inmediato de hacer incluso inecesarias las horas extraordinarias y de iniciar un estudio monográfico del tema de la reducción de la jornada. Esto se puede presentar, según como se mire, como una cesión de parte. Los empresarios han cedido en sus pretensiones de tener un despido arbitrario, a 20 días, en el que no tuviera que dar explicaciones por despedir.

P. IG Metall propone una semana laboral de cuatro días. ¿Cuál es el objetivo en España?

R. Me remito a un estudio de nuestra federación del metal que, para sorpresa de algunos, viene a demostrar que cuando en Alemania se habla de la jornada de 35 horas en cómputo anual, nos da una jornada más elevada que si la hiciéramos en España. En cómputo anual, nuestra jornada no está tan distante de jornadas de países centrales europeos. Aquí, año a año, hemos ido consiguiendo reducciones. En segundo lugar, el tiempo de trabajo tiene dos vertientes. Una, que el movimiento sindical europeo, incluido el alemán, llevamos tiempo olvidándola, y es que el tiempo de trabajo es determinante sobre el tiempo de vida del trabajador. La otra cuestión es la incidencia sobre el empleo. De entrada, a mí me parece que deberíamos tender a materializar y generalizar en ámbitos y espacios cada vez más amplios. No nos vaya a, ocurrir que la reducción de la jornada en un centro de un gran grupo, como Volkswagen, sea un avance corporativo para los trabajadores de este centro, pero no un acicate solidario para que haya más empleo. Ahora, también me parece que siendo un factor imprescindible, la reducción no es la piedra filosofal para acabar con el paro.

P. Otra crítica al pacto es que, en el fondo, esta reforma favorece la rotación y abarata el despido.

R. Esto no es una crítica, es una mentira deliberada. Si alguien que se ha leído el acuerdo dice esto, miente consciente y deliberadamente. Primero, porque los actuales contratos indefinidos permanecen inalterables con sus condiciones. Segundo, porque los nuevos contratos indefinidos, precisamente para evitar el efecto sustitución, están dirigidos a colectivos muy acotados. Son gente que está en paro o con contrato eventual, de tal manera que pasar de su actual situación al nuevo contrato no es abaratar nada, sino encarecer sus condiciones de rescisión, que ahora es de cero pesetas y que pasa a 33 días. Esta no es una cifra caprichosa. Tiene la doble virtud de representar la media de las indemnizaciones por despido de los países centrales europeos. También es la media de los que vienen cobrando los que tienen una indemnización por 45 días, pero que, como consecuencia de la alta temporalidad han sido sustituidos por temporales hasta caer su antigüedad media por debajo de los nueve años. Eso hace que, en media, los actuales indefinidos cobren 32,3 días. Y por si faltaba alguna cautela para impedir el efecto sustitución, se introdujo la prohibición a las empresas a. utilizar el contrato indefinido si ha tenido en los doce meses antes despidos improcedentes o colectivos. Esta cautela ha sido tan rigurosa que yo reconozco abiertamente la comprensión de la CEOE, como la inquietud de que nos hayamos pasado un poco. A lo mejor puede haber algún caso en el que estemos poniendo cortapisas a la introducción del nuevo contrato.

P. ¿Se reducirá el paro con este acuerdo?

R. Tengo confianza, pero no fe ciega. Si yo huyo de valoraciones exageradas es para que nadie se considere libre de sus responsabilidades para crear empleo. Ahora ya se tienen que mojar los inversores con la misma coherencia que nosotros. No puede haber coartadas para los empresarios para no crear empleo estable ni para el la política del Gobierno. Alegrías con la política fiscal, ni una.

P. ¿Teme que le pasen factura por este acuerdo?

R. La peor factura que me podrían haber pasado es la de no haber hecho nada. De haber hecho grandes discursos, grandes denuncias, pero seguir en una especie de pedestal sin mancharme con la realidad. Una factura por lo que he hecho la asumiré con todas las consecuencias.

P. Las críticas más agudas han surgido de Agustín Moreno y de destacados representantes de IU como Anguita o Rosa Aguilar.

R. Paradójicamente son los generadores de la mayor polémica y, lamentablemente, la que menos daño hace. Porque es una polémica sin soluciones alternativas, soluciones realizables. Otra cosa son las cartas a los Reyes Magos, que las sabemos hacer todos, aunque algunos hace mucho tiempo que pasamos la infancia. Otros quieren seguir con ese candor que a mí me parece enternecedor. Yo envidio a estas personas que viven muy a gusto hablando del pasado y con las certezas del pasado, anunciando catástrofes y cuando éstas se producen dándose a sí mismos la razón. Aquí lo más angustioso es comprometerse con el presente y con el futuro. Es angustioso, pero a mí me parece más alentador, más consecuente, más radical. La radicalidad de los que pierden la fuerza por la boca creo que no es útil para nadie. La radicalidad de ser consecuente con lo que predicas es lo que a mi me interesa. Es una polémica llamativa, pero es a la que menos miedo le tengo. Me produce una cierta tristeza que personas con las que yo he compartido muchas cosas y personas que considero necesarias para impulsar el desarrollo de la izquierda prefieran profundizar en la pendiente de oponerse a todo el mundo, incluso a los suyos.

P. ¿Se puede ir al traste IU con la actitud de su líder?

R. A. mí me molestan aquéllos que echan las cartas o leen la mano y sentencian para el futuro a los que no colmulgamos con sus ideas. Recibimos con demasiada frecuencia estas sentencias que nos condenan para la historia, que nos abocan a las tinieblas. Yo no quisiera hacer esto con IU. No puedo por menos que respetar las decisiones que adopte y lamentar que hayan sido posiciones que incluso adelantaron Anguita y otros dirigentes, antes de que nosotros mismos llegáramos al acuerdo e incluso en momentos muy tensos. Sí, me parece que la izquierda que se reclama transformadora, o lo demuestra implicándose en los problemas o no transforma nada.

P. ¿Está en situación, cuando acabe su mandato en Comisiones Obreras, de dar el salto a la política?

R. No soy ningún apolítico. Creo que estoy en la política de este país y ésta no se restringre a los partidos. Por otra parte, tengo los mandatos autolimitados. Hay tres mandatos y éste es el último.

P. ¿Hay posibilidades de que prorrogue el mandato?

R. Posibilidades, sí. Otra cosa son los deseos personales. Hay compañeros que empiezan a sugerir que deberíamos reconsiderar esta cuestión... Quiero agradecerles el afecto personal, pero pensando en el interés de Comisiones Obreras, creo que lo más conveniente sería demostrar que este sindicato puede mirar al futuro al margen de las personas que lo dirijan.

P. ¿El acuerdo, debe tramitarse como decreto-ley o como proyecto dé ley?

R. Es competencia de los partidos. Simplemente me permito hacer una sugerencia: tan importante como que lo tramiten con un consenso en el que se eviten protagonismos, es que el pacto entre en vigor lo antes posible.

P. ¿Qué opina del programa de convergencia?

R. Tiene poco mérito a estas alturas un plan de convergencia cuando la aproximación a la convergencia la está sirviendo un vigoroso comportamiento de la economía. Este plan nos provoca inquietudes, porque despilfarrar el sector público eficiente, porque no hablamos de privatizaciones de empresas ineficientes, puede servir para rellenar agujeros de déficit hoy y perder ingresos que mantengan las cuentas públicas.

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