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Tribuna:COMER, BEBER, VIVIR : FELICIANO FIDALGO
Tribuna
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San Martín, lechazo churro; Cuéllar, tostón JM

Cuéllar, provincia de Segovia, a hora y media de coche si uno no quiere matarse saliendo de Madrid por el asfalto, es oficialmente una villa, es universalmente la capital o, mejor, la ermita sagrada del lechazo churro, ese cordero de carne más blanda y más fina que la de la raza merina o la de la raza lacha.Cuéllar es, por más detalle, el huerto de los olivos del románico, del mudéjar, del gótico medieval. Estar en Cuéllar con las manos metidas en los bolsillos, quieto, mirando o con los ojos cerrados es convertirse en un breviario del arte de toda la historia. Y si el turista o trotamundos se adentra en la iglesia de San Martín comprenderá que antes no había comprendido casi nada: toda la esencia de la arquitectura de los tiempos se ha convertido en el alfa y el omega de Cuéllar: y aquí se celebran manifestaciones, ágapes, toda la cultura de estos finales de siglo de la endivia, otro alimento espiritual cuellerano. Y plantándole cara a los siglos venideros, un equipo en el que discurren un antropólogo, un especialista de diseño y otro de infraestructuras, potenciado por las autoridades, elabora el proyecto turístico de Cuéllar; sólo su logotipo hace soñar: "Cuéllar, una isla mudéjar en un mar de pinares".

Y para homenajear el alma de todas las artes, a base de lechazo churro, que es el ángel de la guarda de su cultura, abren sus puertas a diario el restaurante Hostal San Francisco -teléfono (921) 14 00 09-, El Florida -(92 1) 14 02 75-, el San Basilio -(921) 14 22 95-, el restaurante El Henar -(921) 14 17 22- y otros y otros (honestidad de precios), todos sembrados en el espacio que cobija a los 10.000 cuelleranos que cantan su propia gloria, porque el arte de la piedra y el de la chicha blanca y blanda del lechazo churro les aman.

Y para qué citar todos los vinos sabios de la Ribera del Duero, que, como el Condado de Haza en la cena de la inauguración de estas II Jornadas Gastronómicas de Cuéllar, ilustran la existencia y el lechazo churro que exaltó la alegría de vivir en este Cuéllar donde vino a respirar el duque de Alburquerque y es hoy una cumbre de la arquitectura que incluso se manifiesta en un taller mecánico de la villa que tira a románico...

El fin de semana comienza en términos cuellerano-churrescos y continúa en Segovia, "ciudad tranquila", ilustra un buen hombre de esta ciudad, de la que se ha dicho y escrito todo y de la que no se ha dicho y no se ha escrito hada. El viajante paseó lo justo y dio donde hay que dar en Segovia a la hora de comer: en el mesón José María -(921) 46 02 70-.Con el tiempo, JM ha convertido su mesón en un museo donde la arquitectura no pesa, la decoración acaricia y el hombre, JM, habla de amor a cada dos por tres. Y, claro, porque, llegada la hora del tostón, estalla un concierto que si se entornan los ojos es lo que al atizar con el tenedor, el cuchillo y con los oídos se torna en música; es la música de la piel del cochinillo que se rompe para entreabrir las puertas de los olores, sabores, de esa carne blanca y erudita del animalillo por el mismo JM, criado en sus corrales y huertos hasta unas pocas horas antes de recrearlo en el horno.

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