El Barça aplica la ley del mínimo esfuerzo
Un gol de Ronaldo facilitó el pase, pero el AIK aprovechó la desidia azulgrana y empató
El Barça convirtió la nevera de Rasunda en una estufa hasta que acabó quemándose. El marcador sancionó su holgazanería. Tuvo poco interés por la victoria, expresó cierta desgana, confió demasiado en su suficiencia y permitió que los suecos salieran del campo como héroes por dignificar un trámite anunciado desde la fecha del sorteo.El AIK se despidió de la eliminatoria en menos de un cuarto de hora y los azulgrana rebajaron el fuego. Derretido el. grupo local, quedó el partido muy a gusto del grupo de Robson. Pedía una noche sin sobresaltos un paseo por el frío de Estocolmo para rebajar los ánimos calientes de Barcelona y les salió una contienda a pedir de boca. El equipo sueco fue un muñeco de pim, pam, pum, expuesto a la pegada del Barça, durante más ole una hora.
El equipo azulgrana, sin embargo, transitó por la cancha con las manos en el bolsillo, y ya es sabido que el gato con guantes no caza ratones. Jugaron con una punta de gas, a resguardo de las lesiones, de las reyertas y de cualquier discusión. Marcaron en la primera llegada al área, en una jugada colorista, limpia, como procede de sus protagonistas: un toque celestial de Iván para la carrera de Stoichkov por el ala izquierda y el. centro del búlgaro al punto de penalti para la bota de oro de Ronaldo.
Resuelta ya la eliminatoria, al Barça le quedaba la duda de si despedirse del partido o darse un marcador que sancionara la diferencia. El juez de línea que marcaba el ataque azulgrana abortó el divertimiento barcelonista. Lo Pelat tiró tres pases corridos desde el atrio para goce de los puntas azulgrana, que el auxiliar del árbitro cortó con tres banderazos por fueras de juego inexistentes. El desconocimiento del reglamento le convirtió en el mejor defensa escoba de la zaga sueca.
Vista la actitud desconcertante del trío arbitral, el Barca optó por refugiarse en su parcela sin atender la debilidad del AIK. Falto de rodaje, el grupo local buscó refugio en una defensa de cuatro adelantada que el Barcelona retrató como si estuviera sentado en un fotomatón. Stoichkov y Figo obligaron a abrirse a los laterales y se situaron mejor que nunca para recibir el fútbol geométrico de Iván, feliz jugando entre líneas, con una gran panorámica por delante, dada la compostura sueca.
Los azulgrana, sin embargo, dieron media vuelta muy pronto y se conformaron con resguardar el cuero en su territorio. El AIK no replicó. Intentó mantener la dignidad y ofreció un discurso de fútbol atolondrado, muy accidentado, que provocó el abandono barcelonista. El Barça pegó un bajón alarmante, perdió su sitio en el campo por la sustitución de Guardiola y el AIK acarició el triunfo. Fue un final lamentable para el colectivo azulgrana, presidido por el interés de Popescu en mantener la dignidad.
Fue intrascendente que los galones los llevara ayer Popescu. La entrada de un central por un ariete como Pizzi anunciaba que el Barcelona volvía a su vieja carrocería. Robson quiso ponerse a salvo de cualquier contingencia, dado, que el marcador iba 3-1 a su favor desde la ida, y el equipo selló el pase a su segunda semifinal copera con un esfuerzo mínimo y sin atender a la alineación. El problema fue que, con el discurrir del choque, se fue enredando de tal manera que acabó con los vicios de siempre: un equipo demasiado tieso y tartamudo. La actuación del capitán resultó, en este sentido, controvertida: no tuvo ningún peso en el juego de ataque e intimidó en defensa. Mal asunto para un Barcelona que pasó del anuncio de la goleada a la mala administración de un empate que, como secuelas, dejó tarjeta en dos absurdas acciones para Guardiola y para Iván, que les aparta del partido de ida en las semifinales. Un precio demasiado alto visto el peso de ambos contendientes.
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