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Ocho anécdotas de dudoso gusto

EL MEXICANO AUDAZ. Hugo Sánchez dejó un amplio muestrario de anécdotas de dudoso gusto, la mayoría de ellas denunciadas: el escupitajo a Gerets, el pisotón a Ablanedo, el "saca morito" a un portero marroquí del Mallorca. El mexicano, que defendía su comportamiento como inequívocos gestos de audacia, reconoció una vez que entró al azulgrana Aloisio con ganas de hacerle daño. "Él venía por . detrás a cazarme; le esperé y cuando soltó la patada, dejé la pierna". Aloisio, con la pierna rota, tuvo que irse del campo.COME PASTO, CABRÓN. Nunca criticó Fernando Redondo a los dos rivales, Mendiguren y Jokanovic, que tras sendas duras entradas le rompieron su rodilla. Ambas entradas tenían toda la pinta de ser intencionadas, la misma que de ser fruto de una provocación previa del argentino. "Vas a comer pasto, cabrón, que yo tengo mucho dinero. La concha de tu madre". Con estas palabras, cuentan algunos de los que se han enfrentado a él, Redondo acompaña sus posesiones de balón.

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INSULTOS OVACIONADOS. El público del Tartiere y el jugador más carismático del Oviedo, Carlos, tuvieron a veces sus más y sus menos. Una vez tras marcar un gol, el delantero lanzó hacia la grada unos cuantos cortes de mangas y la afición empezó a silbarle cada vez que tocaba el balón. La reconciliación llegó con un nuevo gol. Carlos se dirigió al centro del campo y desde allí, con una especie de reverencias en redondo hacia el estadio, a modo de disculpa, encontró el perdón y la estruendosa ovación de la grada. Lo que nunca supieron los aficionados -sí los futbolistas que había a su alrededor-, es que Carlos, mientras gesticulaba su perdón, iba pronunciando "hijos de puta, hijos de puta, hijos de puta".

NO ME PEGUE MÁS. Contó una vez Benito, un defensa del Madrid con fama de leñero, que en un partido Madrid-Sevilla, y tras marcar su afilada bota unas cuantas veces en las piernas del sevillista Biri-Biri, éste se le acercó y le pidió en tono suplicante: "No me pegue más, señor Benito; no me pegue más".

LOS ALFILERES DE BILARDO. Las tretas de Carlos Salvador Bilardo, como entrenador, para provocar al contrario son del todo conocidas. Pero también recurría a ellas en su anterior etapa de jugador. Saltaba al campo con los bolsillos llenos de arena y se la arrojaba a los ojos del contrario en el momento más oportuno, e incluso llevaba alfileres para pinchar al adversario en las acciones a balón parado.

MARRULLERÍA PACTADA. Algunas veces, los gestos de marrullería son pactados. Eso hicieron De la Peña y Sandro en una ocasión, cuando jugaban en los filiales del Barça y el Madrid y les tocó enfrentarse. Sus entrenadores les habían encargado a cada uno el estrecho marcaje del otro. Dada su amistad y para evitar broncas de sus técnicos, ambos acordaron simular una lucha feroz. "Hazme una entrada en cuanto me venga el balón, yo exagero el dolor y luego nos encaramos. Después yo hago lo mismo contigo". El teatro dejó satisfechos a sus entrenadores y los dos jugadores ya se limitaron a disfrutar el resto del partido.

EL CLAN DE LAS ROZAS. Durante un. tiempo, los Madrid-Atlético, y viceversa, repitió la misma estampa: un Pizo Gómez, desquiciado, y por otro lado los Michel, Gordillo y Ruggeri, partiéndose de risa. El origen de tan malas relaciones, que llegaron a extenderse incluso cuando los coches de ambos (los madridistas, que formaban el llamado Clan de las Rozas, viajaban juntos) coincidían por la carretera, se remonta a un partido en el que dos madridistas le comentaron al jugador rojiblanco: "¿Sabes por qué no juega Ruggeri? Está con tu señora".

LAS FOTOS DEL INTERVIÚ. En un lejano Atlético-Barcelona, el jugador local Pedraza no quiso perder la ocasión de comentarle al entonces azulgrana Schuster lo guapa que había salido su señora en el Interviú, que la había retratado desnuda. A los pocos minutos, Pedraza se fue al suelo tras un puñetazo. Calderé, el agresor, fue expulsado.

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