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Empleados de Renault de toda Europa protestan en París contra los despidos

Unos 10.000 trabajadores acudieron ayer a la euromanifestación convocada en París contra el cierre de la factoría de Renault en Vilvoorde (Bélgica). Prácticamente todos eran empleados de Renault y procedían, en su gran mayoría, de Bélgica y Francia. También estaban medio centenar de delegados españoles y un puñado de alemanes, italianos y holandeses. En el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, se alzaron numerosas voces para condenar lo que se considera ya un golpe a la idea europea.

La manifestación de París había sido convocada para expresar la solidaridad con los trabajadores belgas y la oposición de toda la plantilla de Renault a los 6.000 despidos anunciados para este año por la firma automovilística. Los manifestantes se concentraron frente a la sede de Renault en Boulogne-Billancourt, en las afueras de París, mientras en el interior del edificio se reunía el comité europeo de la empresa.El presidente de Renault, Louis Schweitzer, reafirmó ante el comité que el cierre de Vilvoorde es inevitable y que la compañía seguirá reduciendo su plantilla en los próximos años. "Está en juego, a medio plazo, la supervivencia de Renault", dijo Schweitzer. Los manifestantes, mientras tanto, quemaban en la calle un muñeco con la efigie del presidente y lanzaban huevos contra la fachada de la sede.La euromanifestación se desarrolló en un ambiente ruidoso, pero pacífico, y culminó con un euro pic-nic colectivo. La policía toleró que durante casi una hora quedara cortada la autovía periférica de París y sólo al final de la protesta, cuando ya habían partido la mayoría de los autocares, se produjeron algunos enfrentamientos con los antidisturbios.

El secretario general de la Federación Europea de Metalurgia, Hans Fluger, calificó de "fábuloso" el hecho de que la solidaridad se expresara "de manera tan concreta". Pero la protesta de Renault, pese a su repercusión internacional, no fue secundada por ningún partido político ni organización cívica.

En cambio, el Parlamento europeo, fue prácticamente unánime al debatir ayer la crisis de confianza provocada por Renault con el cierre unilateral de la fábrica de Vilvoorde. El pleno aprobará hoy, previsiblemente, un dura resolución sobre el caso en la que se pide la inclusión en el Tratado de Maastricht de un capítulo sobre el empleo, se exige un código de conducta comunitario para controlar la transferencia entre países de puestos de trabajo, dentro de las multinacionales que reciben ayudas, y se subraya que Renault no ha cumplido la normativa comunitaria.

La delegación socialista española aseguró que el cierre de Vilvoorde "no está vinculado con la apertura o ampliación de otras factorías". La misma posición defendió la diputada del PP Encarnación Redondo, aunque diputados de otros países sí vincularon ambas cosas.

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