La flor de la caballería
El "barón" gasta unas tarjetas de visita tamaño postal para que le quepan en ellas los numerosos títulos y emblemas que presuntamente ennoblecen su linaje e ilustran su meritoria carrera en los escalafones nobiliarios. En el tarje tón campea un blasón refulgente y sobredorado con campos de azur, de gules, sinoples y otras parafernalias heráldicas como yelmos, leones rampantes y castilletes. Bajo el escudo puede leerse, malamente por aquello de la letra gótica: Excelentísimo señor don Galo Tiralmonte y Benítez de la Cimera, barón de Capistrano, gran maestre de campo de la militar y hospitalaria Orden de los Caballeros Teutónicos del Templo de Jerusalén Renovado. Serenísimo Heraldo de La Fraternidad Emérita de los Siete Ángeles Custodios de Rávena. (AHMGX). Don Galo, como con llaneza nos permite llamarle a sus contertulios del mesón de los Hidalgos, siempre se ha negado a explicarnos el significado de esas misteriosas mayúsculas entre paréntesis arnparándose en el secreto profesional que juramenta a los iniciados en presuntos rituales esotéricos. Aunque nuca se lo hemos dicho a la cara, sus contertulios del mesón pensamos que esas letras, como todas las demás que figuran en el tarjetón, son pura filfa, un señuelo para atrapar incauto con pretensiones heráldicas y caballerescas y sanearles les bolsillos a cambio de unos pergaminos requemados con sellos de lacre. Algo así nos dio a entender una noche de frecuentes libaciones el propio don Galo cuando nos presentó a su camarada de templos teutónicos y jerusalenes hospitalarios el príncipe Volodia de los Romannoff, abreviatura familiar supusimos todos, de otra larga retahíla de pomposos títulos honoríficos. Todo un demócrata el tal Volodia.
El príncipe, el barón y media docena de AHMGX auxiliares se dedican al muy lucrativo negocio de ir por el mundo armando nuevos caballeros andantes, resucitando la flor de la caballería mediante un moderno sistema de cuotas mensuales que dan derecho a participar en los capítulos de la Orden y a lucir un uniforme de. fantasía con capa escarlata, gorrito con borla y espadón a juego. Los candi datos a semejantes honores, una vez depositada la cuota inicial, son conducidos a un ruinoso e inhóspito castillo de la sierra madrileña que los de la Orden alquilan por horas al Ayuntamiento de un pueblo cercano. Allí velarán las armas a la intemperie y de rodillas durante toda la noche, más tarde, al amanecer, volverán a arrodillarse sobre un cojín en el "salón del trono" para que el Romanoff les arme caballeros con dos sablazos de plano sobre sus hombros. Es el sablazo perfecto, llegó a decir aquella noche el barón olvidando un momento la seriedad de su ministerio."Ahí tenéis", nos dijo el apesadumbrado don Galo, "la propaganda que le han hecho estos días la televisión y los periódicos a esa orden dé la competencia a la que pertenece el fiscal Poyatos, a esos. imitadores que ni son hospitalarios ni templarios ni Cristo que le, fundó. Con inventos como el suyo luego tenemos que soportar que nos llamen sectas y que nos relacionen con la extrema derecha. Nosotros so mos apolíticos y puedo decir que entre los miembros de nuestra Orden hay un buen puñado de socialistas y un diputado de Izquierda Unida, que es casi marqués". Con la lengua envenenada por la envidia y desatada por el alcohol, el barón aseguró que los impositores de la cuerda de Poyatos celebran sus paganos capítulos con repugnantes orgías en los bajos de una güisquería de la zona de Azca que se llama Top-Top, no se sabe si porque las señoritas que lo atienden andan en top less o por ser lugar de reunión habitual de antiguos camaradas, jueces y fiscales del extinto Tribunal de Orden Público.
En un momento de debilidad etílica, conmovidos por sus quejas y convencidos de la perversidad de sus competidores, varios parroquianos aceptamos al fin una promoción especial con un 25% de descuento y regalo de un espadín damasquinado de Toledo. Ahora estamos esperando que nos tomen medidas paria el traje de ceremonia y que don Galo nos traiga las tarjetas.
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