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La danza de los nervios

Víctor Ullate y el belga Wim Vandekeybus convocaron ayer sendas audiciones para jóvenes bailarines

Día de nervios, ayer, para los que se dedican al baile. El futuro de 150 bailarines se repartía en alguna de las dos audiciones que se celebraron en Madrid. Dos pruebas convocadas por dos importantes compañías, aunque de muy distinto estilo.

Dos grandes y raras oportunidades también, porque no abundan citas de este tipo para los que se dedican a la danza. Una era la que convocaba el Ballet de la Comunidad de Madrid Víctor Ullate: necesita 32 bailarines para un gran proyecto que este coreógrafo se trae entre manos. La otra era para conseguir un puesto en la compañía belga Ultima Vez, de Wim Vandekeybus, una de las más importantes en baile contemporáneo.

Víctor Ullate estrenará a finales de agosto Don Quijote, en Alcalá de Henares. Se trata de uno de los grandes montajes del repertorio clásico, al que Ullate está dando unos buenos toques de su mano. "Nada de tópicos y españoladas al estilo americano", dice el coreógrafo. Y para conseguir el elenco, convocó a bailarines del mundo entero a través de revistas especializadas: a la cita han acudido bailarines de Japón, de las Antillas, de Francia, de Estados Unidos, de México y de toda España.

Desde Cuba

De Cuba eran Víctor González y Javier Toca, dos jóvenes de 25 y 21 años que llegaron a Madrid el pasado septiembre de gira con su compañía, el Ballet Nacional de Cuba. Y aquí se quedaron. Desde entonces no han trabajado.Decían que tenían muchas ganas de entrar en esta formación, muchas esperanzas, pero pocos nervios. De Toulon (Francia) había llegado Tomás Muñoz, francés de abuelos españoles, con otros bailarines de esta ciudad. Todos conocen de sobra la companía de Víctor Ullate. Alguno confesaba también que ya está tomando lecciones de español por si suena la flauta.

Ayer, la mayoría eran franceses. También había procedentes de la ópera de París. Algunos incluso habían venido acompañados por sus madres, que esperaban a la puerta de la academia mientras ellos pasaban la audición. La prueba consistía en una clase de baile completa dirigida por Menia Martínez, una maestra cubana formada en Rusia.

Martínez iba marcando los ejercicios que los aspirantes, cada uno con un dorsal y sus buenos nervios, debían repetir. Detrás de la puerta calentaban las bailarinas del grupo siguiente.Y en la otra punta de Madrid, 60 jóvenes llegados de toda España también preparaban músculos, pero en este caso lo hacían en mitad de la calle, porque la academia en la que convocó la audición el bailarín Vandekeybus es bastante pequeña.

Estas jóvenes promesas no llevaban mallas tan ajustadas, ni moños tirantes, ni zapatillas de media punta, sino gruesos zapatos de deporte, porque la compañía de este belga es una de las más avanzadas en danza contemporánea. La Asociación por la Danza convenció a Vandekeybus para que viniera a Madrid a realizar la audición, dada la cantidad de bailarines españoles interesados en su trabajo. El coreógrafo va a renovar su grupo para un nuevo espectáculo que presentará en Barcelona, en julio. La fase final de esta prueba será en la sede de Bélgica.

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