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FÚTBOL: 23ª JORNADA DE LIGA

Kiko engrandece al Atlético

El gaditano cambió el curso del encuentro ante el Compostela con sus genialidades

Desprovisto de casi todos los argumentos que le elevaron el curso pasado hasta el bicampeonato (el orden y la solidez defensiva, el empuje y la presión, la precisión a balón parado ... ), el Atlético sobrevive por Kiko, que conserva su talento intacto y sigue marcando la diferencia. El gaditano es el único elemento rojiblanco, Antic incluido, que mantiene todas las virtudes del año de gloria: el control prodigioso, el gambeteo de cintura, el ojo en la nuca, el pase mortal y hasta el ansia de gol. Kiko animó con sus cosas el partido, rescató a su equipo de la confusión y lo empujó finalmente hacia la victoria y la goleada.El principal valor de Kiko es que su fútbol no esconde intereses narcisistas personales. Su fútbol es siempre para el equipo y tiene efectos encantadores con sus compañeros y demoledores con el rival. El fútbol de Kiko es una invitación, un tú sígueme, corre al espacio libre y para ti la gloria. 90 minutos dan para cumplir con todos. Y así, ayer, Kiko fue cubriendo generosamente la cuota de vanidad de todo aquel que quiso unirse a la fiesta: Geli, Aguilera (¡qué partido el suyo, pletórico de velocidad!), Pantic, Esnáider, Caminero... Uno a uno, a cambio simplemente de fabricarse un hueco, fueron recibiendo su pase mágico, entregado directamente para el estruendoso aplauso de la grada. Poco importa que Kiko ande de espaldas y rodeado de un batallón de defensas rivales. No se sabe cómo, pero te encuentra.

ATLÉTICO DE MADRID 4

COMPOSTELA 1Atlético: Molina; Aguilera, Santi (López, m. 68), Prodan, Gel¡ (Roberto, m. 68); Caminero, Bejbl, Pantic (Juan Carlos, m. 77), Paunovic; Kiko y Esnáider. Compostela: Falagán; Llorente (Sastre, m. 63), Galdames, Lekumberri, Bellido, .Viedrna; Mauro, Passi, Fabiano, Manuel (José Ramón, m. 63); y Ohen. Goles: 0-1. M. 29. Manuel roba el balón a Santi, cede a Ohen y éste a Fabiano, que pica el balón y Mauro, llegando desde atrás y solo, cabecea a la red. 1-1. M. 31. Pantic cuelga de rosca sobre el área y Caminero, de cabeza, marca. 2-1. M. 39. Kiko profundiza para Paunovic, quien desde la izquierda de¡ área ejecuta el pase de la muerte, y Bejbl fusila. 3-1. M. 54. Aguilera hace la pared con Kiko y entrega a Esnáider, que marca a placer. 4-1. M. 61.Esnáider pasa a Caminero, éste deja de primera para Kiko, que es arrollado por detrás por Viedrna. Esnáider transforma 9n gol el penalti. Arbitro: Llonch Andreu. Expulsó a Viedrna (m. 61) por la acción de¡ penalti a Kiko. Mostró tarjeta amarilla a Santi, Prodan, Paunovie y Aguilera. 26.000 espectadores en el Calderón.

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Caminero llevó el brazalete

Llegado un punto, cuando entendió que cada uno de sus compañeros ya se había llevado su ovación, y con el 4-1 colgado del marcador, el gaditano pensó en sí mismo. Corrió por el balón, sacó de la portería a Falagán, atrajo defensas y buscó el no va más con una vaselina de espaldas a la caja. La pelota acarició el poste y se marchó fuera, pero el público, engullido ya en estado de excitación, se rindió a los pies del genio al grito unánime de "torero, torero".

Hasta que Kiko se decidió a levantar el ánimo del colchonerismo, el Atlético lo pasó mal. Apareció demasiado frío por el partido, tal vez por aquello de verse otra vez con las mismas caras (era el tercer encuentro en diez días frente al Compostela). Cogió el mando, sin duda porque el rival, de salida, decidió encogerse junto a su portería, pero lo manejó al ralentí. Fue el del Atlético, al principio, un fútbol lento, previsible e inofensivo.

Pasada la primera media hora, cuando ya creyó al adversario totalmente adormecido, el Compostela se decidió a jugar sus cartas. Conocedor de las facilidades que ahora los rojiblancos conceden en las mediaciones de Molina, apretó un poco y buscó el gol. Su plan tuvo un éxito inmediato. El Atlético entregó el 0-1 en la primera acometida visitante.

El gol del Compostela tuvo, sin embargo, efectos positivos para el Atlético. Le tocó el orgullo y, aun sin mejorarle el juego ni refrescarle las ideas, le animó a meterse a empujones en la portería de Falagán. El Compostela lo siguió intentando y se fue encontrando con nuevas concesiones, pero por entonces Kiko ya se había decidido a influir de forma determinante en el juego. Desde su posición de media punta, se dedicó con empeño y arte a llenar de alegría y de pases a sus compañeros. Y así fueron llegando las entradas por banda, las ocasiones, los goles y la fiesta.

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