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FÚTBOL: 23ª JORNADA DE LIGA

El Barça vuelve a las tinieblas

El Espanyol sentenció con dos tantos de penalti de Raducioiu

Robert Álvarez

Sarriá envió al Barça del cielo al infierno. Tres días después de haber eliminado al Madrid en la Copa, el equipo azulgrana justificó los ocho puntos de desventaja que le separan del equipo madridista en la Liga. No hay forma de que el Barça se redima. Sus alardes se disipan con una facilidad inusitada. Cuando parece que amaina vuelve de golpe al mundo de las tinieblas. El Espanyol le sacó el máximo jugo a un dispositivo nacido para el contrataque y volvió a dar una alegría completa a su parroquia en un derby como no lo hacía desde hacía 10 años, fecha a la que se remontaba su último triunfo ante su eterno rival.Fue lo nunca visto en Sarriá. La intransigencia del árbitro sacó astillas del rival de lujo del Espanyol. Y el Barça asió el partido por la tremenda. En 21 minutos el Espanyol lo tuvo en franquía. Con un penalti de los que quedan a criterio del árbitro y la expulsión de un Figo encegado regó el grupo azulgrana las arenas movedizas en las que decidió enlodarse en Sarriá.

ESPANYOL 2

BARCELONA 0Espanyol: Raúl; Cristóbal, Herrera, Pochettino, Torres Mestre; Brnovic, Arteaga; Lardín, Luis (Javi, m. 86), Bogdanovic; y Raducioiu (Ouédec, m. 73). Barcelona: Vítor Baía: Ferrer (Giovanni, m. 46), Couto, Blanc (Amunike, m. 81), Sergi; Guardiola, Popescu; Luis Enrique, Ronaldo, Figo; y Pizzi. Goles: 1-0. M.14. El árbitro sanciona con penalti una mano de Couto tras una pugna con Pochettino. Raducioiu transforma el penalti. 2-0. M.50. Raducioiu ejecuta un penalti de Blanc a Lardín. Árbitro: Mejía Dávila, M colegio madrileño. Expulsó por doble amonestación a Figo (m. 21). Amonestó a Guardiola, Ferrer, Torres Mestre, Luis Enrique, Bogdanovic y al segundo técnico del Barca, José Mourinho. Unos 32.000 espectadores en Sarriá. Se colocó un enorme lazo azul en el centro del campo en los prolegómenos del partido en solidaridad con Cosme Delclaux y Ortega Lara, secuestrados por ETA.

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El Espanyol le regaló el balón y tres cuartas partes del césped al Barça. Y el grupo de Robson se pasó la hora y media perdido en sus propios laberintos. El técnico inglés repitió el mismo equipo y la misma disposición del Bernabéu. Pero el campo, la situación y el rival nada tenían que ver con los de aquél partido de Copa. Es obvio pero debe subrayarse tras el dislate azulgrana de ayer. Sarriá no es el Bernabéu. Al Barça no le bastaba el empate como allí -el Madrid había aumentado hasta ocho su botín de puntos en Alicante- y el Espanyol no es el Madrid. De hecho ni siquiera ayer era el verdadero Espanyol, desfigurado por las nueve bajas que llenaban su enfermería.

Robson volvió a confiar en una defensa de cuatro con Couto y Blanc en su eje y Sergi y Ferrer en los flancos. Con Radu como único asedio permanente, la defensa azulgrana -Vítor Baía incluido-, se pasó el partido entero tiritando ante las acometidas a toque de cometa del Espanyol.

Guardiola y Popescu ejercieron de pivotes, siempre muy vigilados por sus colegas, Brnovic y Arteaga, el recurso de Miera en ausencia de Francisco y Pralija. Popescu se empeñó en una desmedida batalla personal con el coraje y el ardor como armas de la que se contagió Luis Enrique, en el flanco derecho formando línea con Ronaldo y Figo, mientras que Pizzi quedaba como punta de lanza.

Sin juego, sin compostura, sin saber por dónde hincarle el diente al partido, el Barça se limitó a una misión ayer imposible: salvar su estampa y dignificar su condición, a pesar de todo, de aspirante al título. Su único recurso patentado, las apariciones de Ronaldo, fue desactivado tanto por la nefasta dinámica de juego colectivo como por la impunidad con la que quedó encorsetado entre Pochettino y casi siempre otro par de jugadores blanquiazules.

El Espanyol volvió a hacer rentable un dispositivo que se le atraganta a los equipos con obligación de tomar la batuta como el Deportivo y el Barça. Herrera se encargó de Pizzi y Pochettino, con constantes asistencias en el marcaje de sus compañeros, anuló a Ronaldo.

Al Espanyol le bastó con que Luis y Lardín recibieran algún que otro balón en condiciones para desestabilizar el sistema defensivo azulgrana. Los sucesos de los primeros 21 minutos no tuvieron enmienda para el Barça que encajó sin pestañear un segundo tanto tras una acción en la que nuevamente su defensa quedó en entredicho. No tuvo mejor nota el resto de un equipo que circunscribió sus acciones de gol a un disparo cruzado de Ferrer (m. 9) y un disparo de Luis Enrique que tocó Herrera (m. 28) y un par de faltas ejecutadas por Guardiola y Ronaldo.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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