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El temor al choque interno y la debilidad de su grupo frenan los apoyos a Guerra

Anabel Díez

La tibia reacción en el PSOE a la denuncia del vicesecretario general, Alfonso Guerra, de que había una operación en marcha para excluirle de la próxima ejecutiva ha evidenciado la debilidad de lo que fue el sector guerrista. Sus integrantes, aunque no reniegan, aseguran que tal sector ya no existe. La nueva mayoría que surgió del anterior congreso fue ganando federación tras federación -a excepción de Extremadura, Asturias y Cantabria-, a lo que hay que añadir que Alfonso Guerra no ha hecho nada por mantener al grupo organizado.

, Los dirigentes provinciales y regionales que le apoyan desean que siga en la dirección del partido, pero que ello no lleve consigo librar batallas contra la mayoría que encabeza Felipe González.El 21 de enero Alfonso Guerra denunciaba una conspiración, encabezada por el presidente andaluz Manuel Chaves, para eliminarle de la dirección tras el próximo congreso de junio. Guerra había tenido conocimiento de una reunión secreta celebrada el 13 de enero, a la que asistieron ocho dirigentes regionales -los guerristas no fueron convocados- en la que se habló con profusión del futuro del número dos. El grupo se dividió entre los que defendían que Guerra no debía estar en la próxima ejecutiva y entre quienes lo consideraban indiferente.

A continuación, no más de media docena de dirigentes alzaron su voz para reivindicar la presencia de Guerra en la próxima dirección. Este hecho terminó de convencer a la mayoría dirigente de que el susto que se habían llevado con la denuncia de Guerra probablemente no se repetiría, habida cuenta de la tenue reacción de sus partidarios.

Terror a las peleas internas

Precisamente, el terror a que se vuelva a hablar de los socialistas bajo el rótulo de peleas internas cohibió a la mayoría. Es más, a algunos les hubiera gustado que no lo hiciera, porque "mientras la derecha esté en el poder no hay que perder energías", decía un guerrista andaluz.

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El deseo de los guerristas y de la mayoría del partido de no enzarzarse en trifulcas internas recorre todas las federaciones socialistas. De ahí que nada puede ser ya igual a lo ocurrido en marzo de 1994, cuando se celebró el anterior congreso. En primer lugar, el PSOE ha perdido las elecciones; la nueva mayoría a partir de ese momento fue ganando a los guerristas casi todos los congresos regionales y provinciales y, por último, Alfonso Guerra no ha hecho trabajo de facción para mantener a su grupo cohesionado.

Esto ha llevado a que el espíritu de grupo guerrista se haya ido desvaneciendo poco a poco y que quede en su lugar un reconocimiento político importante hacia Alfonso Guerra y un afecto personal profundo. Algunos de los guerristas que no piensan plantear batalla aseguran que "por decencia" nunca renegarán de Guerra, pero tampoco harán nada que perjudique al partido en su conjunto o a González.

Otro veterano partidario de Alfonso Guerra resumía así su situación personal, que hacía extensiva a otros compañeros: "Yo en política no soy monógamo". Con una frase del presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, se entiende bien la situación de estos dirigentes. "Soy el más guerrista de los felipistas y el más felipista de los guerristas". Aunque Rodríguez Ibarra no estuvo en la reunión del día 13 de enero, sí fue llamado días antes por Felipe González, con el que departió varias horas, según reveló el líder socialista en la reunión de la ejecutiva del último lunes.

El repaso de las 17 federaciones socialistas indica que tan sólo Cantabria, Asturias y Exiremadura pueden considerarse guerristas, aunque con matices. Las dos últimas se han constituido en torno a sus propios líderes. Otro tanto pasa en Galicia, donde en estos momentos de pacificación la organización gira en torno a Francisco Vázquez y Abel Caballero.

Madrid, en la mesa camilla

En Madrid nadie duda de la importancia que tiene el sector guerrista que lidera José Acosta, pero se atribuye a este último la intención de llegar al congreso del partido en una lista única. Es decir, lo de siempre, a través de un pacto "de mesa camilla", de Joaquín Leguina, Juan Barranco y él mismo.

En Andalucía fueron cayendo una tras otra en manos de los renovadores todas las provincias, aunque quedan núcleos guerristas en Almería, Huelva y Málaga. No así en Canarias, Valencia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Murcia, Aragón, Navarra o Baleares. En La Rioja existe una situación de neutralidad, Cataluña tiene sus propias peleas internas, pero ajenas a guerristas o renovadores, y en el País Vasco el poder está muy repartido.

Los guerristas dan por seguro que no habrá pulsos como hace tres años para elección de delegados, a sabiendas de que el 70-30 correspondientes a renovadores y guerristas, respectivamente, no volvería a darse.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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