Una estrategia diseñada por el etarra Txelis
El dirigente de ETA José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, diseñó a principios de los años 90 un entramado de grupos de apoyo a la estrategia terrorista, a los que designó como comandos X, Y y Z. En su plan, los grupos X estarían encargados de labores de agitación política, y a los grupos Y les corresponderían las tareas de sabotajes a intereses públicos y privados. La letra Z correspondería a los comandos de la propia ETA.Según este diseño, los responsables de cada talde (grupo) Y "se vinculan a un responsable de herrialde (provincia)". Los responsables de Navarra y Álava están vinculados con los de Guipúzcoa y Vizcaya, y éstos con un "responsable nacional" conocido sólo por un miembro de la ejecutiva de KAS, la coordinadora en la que participa ETA.Txelis fue detenido en la operación del 29 de marzo de 1992 en Bidart (Francia), en la que la policía descabezó al colectivo Artapalo, la cúpula de ETA. Pese a que la policía detectó los nuevos planes de la banda, ETA no dio en absoluto marcha atrás con los comandos Y. De hecho, en los datos aportados por la policía a los jueces se intenta demostrar que la banda financia a través de la Koordinadora Abertzale Socialista (KAS) a estos comandos. En la documentación incautada en Bidart se asigna al "responsable nacional" de los taldes la tarea de suministrar los fondos económicos a los grupos que realizan los desmanes callejeros.
El atrincheramiento del entorno político de ETA y su huida hacia adelante, refrendada con la aprobación por HB de la ponencia Oldartzen y la limpieza de disidentes en la dirección de la coalición independentista en 1995, tenía que tener su reflejo en la calle. Y ahí desempeñan su papel los grupos Y. El siguiente paso en esta estrategia de dominó que empieza en ETA, rebota en KAS y finaliza en los grupos Y era la defensa pública de la lucha callejera como un instrumento más de lucha política de la izquierda abertzale.
Ante el recrudecimiento de las algaradas, los ataques a las sedes de partidos, la quema de autobuses y vehículos, los ataques a los ertzainas, los destrozos en entidades, bancarias y mobiliario urbano, el portavoz de la Mesa Nacional, Floren Aoiz, aseguró en verano del pasado ano que esto que se ha dado en llamar sabotajes no es gamberrismo, es un fenómeno político que es una expresión de un problema político no resuelto y de la indignación y el enfado de sectores juveniles y no juveniles bastante importantes". Caía así la última ficha de esta partida de dominó.
. Estos grupos de alborotadores están bien organizados como para tener una efectividad y responder a unas directrices emanadas de la dirección, y a la vez, lo suficientemente desestructurados para que "sea imposible demostrar su existencia y los consiguientes efectos" de persecución penal, según presume ETA.
Lo cierto es que su actividad se ha recrudecido en los dos últimos años. Sólo en los seis primeros meses de 1995, los daños causados por la violencia callejera (2.700 millones de pesetas) casi triplicaban la media de 1.000 millones anuales del quinquenio 1990-1994. Según un informe oficial, el número de sabotajes ha pasado de 243 en 1994 a 581 en 1995.
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