"¿Cómo? ¿Que una bici vale medio kilo?"
Induráin va de compras y se sorprende al conocer el precio real de su herramienta de toda la vida
¿Sabe Induráin lo que vale una bici después de haberlas utilizado como herramienta de trabajó durante años? ¿Sabe de marcas y materiales, componentes y cambios, tijas, carretes y potencias? Nadie en su sano juicio se atrevería a responder no a esas preguntas; nadie salvo el propio Induráin. Así lo hizo el pasado miércoles Se fue con su hermano Pruden a una tienda de bicicletas de un centro comercial de Pamplona para ver sí se mercaba una bici nueva. Estuvo viendo una Canondale norteamericana y una Colnago italiana.El dependiente, que nunca había tenido un cliente tan especial, empezó a explayarse y a tirar de sabiduría: que si ésta lleva Shimano patatín y cuadro de patatán con racores de tal tipo, y así, sin parar hasta que la expresión del gran campeón ciclista le dio el alto. Como si le hablara en chino.
Después de mirarlas bien, Induráin se decidió por la Canondale. Y a la hora de hablar del precio, la sorpresa se la llevaron las dos partes. "¿Cómo? ¿Que una bicicleta vale medio millón de pesetas?". Induráin, el hombre de la máscara, no pudo evitar que se le escapara la estupefacción. No tiró de billetera. Recién recuperado de la sorpresa comentó al de la tienda que volvería la próxima semana y que quizás cerraría el trato para llevarse el artilugio la Benidorm.
En Banesto, su casa de toda la vida, la anécdota no ha sorprendido lo más mínimo. Induráin nunca ha sido un tiquismíquis con marquitis ni se ha preocupado por saber el valor real de lo que llevaba entre las piernas. Enrique Sartz, el mecánico, se encargaba de todo. Induráin exigía y Sanz le colocaba siempre el último material inventado, incluso antes de que saliera al mercado, para que lo probara y diera su opinión. Era imposible que supiera las especificaciones de los materiales. Hasta los mecánicos de ahora se vuelven locos con tantas novedades y necesitan de ordenador. Era el director afinando la orquesta. Y lo hacia con minuciosidad extrema. Antes de, una contrarreloj decisiva se tiraba su buena media hora con una escuadra, una plomada y un metro ajustando al milímetro cada una de las partes movibles de la bicicleta. Hasta las ruedas se las montaba artesanalmente el mejor taller de Pamplona. Luego, cuando terminaba la etapa, Induráin decía: "Ha ido bien esto y mal lo otro". Así, Sanz, apoyado en las piernas del ciclista, ha ayudado muchísimo a desarrollar los productos de Campagnolo, la mítica marca italiana."Induráin tiene montones de bicicletas en su casa. Algunas históricas -las de sus Tours o Giros ganados- y otras sin etiqueta especial. Cualquier globero (nombre que reciben los cicloturistas fanáticos) se daría con un canto en los dientes sólo porque le dejaran montar en alguna algún día. Otras cosas no las guardaba y pasaban al sistema de reciclamiento del equipo. Así Txente García Acosta ganó el año pasado -la Vuelta a Navarra usando el mismo casco que llevó Induráin en su frustrado intento por la hora en Colombia. Otras de las bicicletas utilizadas durante la temporada, con, miles de kilómetros soportados, pasaron al equipo de aficionados y alguna., más se puso en venta.
Pero el Miguel Induráin que pasa con tranquilidad sus primeros días de jubilación ha roto todos los puentes con el pasado y no quiere sal ir a pasear en sus Pinarello de toda la vida. Tampoco quiere seguir usando la ropa de siempre. Antes le pagaban por llevar una determinada bici y un determinado maillot y ahora, tiene que pagar para ello.
Enrique Sanz le EFE guardaba y afinaba todos los años las bicicletas especiales del año anterior para que Induráin las almacenara con vistas a un futuro museo que aún no es más que una idea. Induráin ha recibido ofertas eco nómicas de museos de todo el mundo por alguna de las pie zas, pero siempre se ha negado a dejarlas Salir de su casa. Sólo le falta la Espada con la que batió el récord de la hora; en Pinarello, el fabricante que la ha expuesto como gran atracción en las ferias de muestras, dicen que cuando quiera se la mandan. También, si quisiera una bici buena de globero, se la harían hasta sin pegatinas de la marca. Simplemente se llamaría Induráin. Eso antes de que, de repente saliera a la carretera haciendo publicidad de otra marca y pagando.
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