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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pesadilla después de Navidad

Empacho de programas especiales y publicidad encubierta en las cadenas

He tenido un sueño. Un sueño en el que Pocahontas no era esa criatura inocente que enamoró a un inglés conquistador -¿o un conquistador inglés?-, sino Leticia Sabater (TVE-1), empeñada en desgañitarse las cejas sin depilar mientras revelaba el secreto de su éxito: "Parece que no existen más personas que aquellas que son igual que tú". Conclusión: aunque parezca una paradoja con respecto a la teoría de la evolución, todos somos igual que Leticia Sabater. En el sueño, los renos de Santa Claus ya no tiraban alegres del trineo al son de Jingle Bells, porque la sintonía que alimentaba su nueva ilusión arrancaba con "Acompáñame, te sorprenderás...", de Albano, mientras Isabel Gemio (Antena 3) decidía las chimeneas por las que iban a colarse. Era un sueño profundo, intenso, de cuyas visiones apenas podía uno escapar, anestesiados los sentidos por kilos de mazapán y turrón, por 12 meses de zapeo compulsivo y convulso. Decididamente, la Navidad es tiempo de digestión.En el sueño también se producía un milagro. De pronto, el 24 de diciembre a las nueve de la noche, todas las televisiones del reino descubrían los sabios consejos del monarca. Aferrados al mando a distancia, republicanos y furtivos cazadores catódicos zapeaban impotentes mientras el monitor les devolvía, cadena a cadena, la misma letanía real, la misma imagen de paz audiovisual. Pero el milagro fue breve (sí, ya sé que también era milagroso que nadie se carcajeara ante Olivia Newton John cuando ésta reconocía su edad, ¡28 años!, en Una madre para Navidad, (TVE-1). Pero no es lo mismo. Tras un fundido en negro, del sueño brotaron otros, más pequeños y coloristas compitiendo entre sí por mi atención y por la cuota de pantalla.

Algunos sueños lo hacían desde lo más grosero ("en Nochevieja, soy un pendón, desorejado y vacilón", cantaban en La Parodia Nacional de Antena 3, donde se refocilaron a gusto con la gozosa lluvia dorada de una muñeca de moda); vulgar (como la colección de casposos chistes presentados por Bibi Andersén en Muchas gracias, TVE-1) y folclórico (Nochebuena con Los del Río, en Antena 3, incluida La Macarena Christmas megadance mix o como se llame ahora). Otros sueños, los menos, apostaron por la ironía (Los guiñoles, en Canal +, remataron su especial con el beso-tornillo entre Aznar Pujol) o la desmitificación (Angel Casas, en La 2, celebró una cena de papanoeles). Y aquellos sueños preñaron otros. Así, resucitó Teresa Rabal en su Veo, veo 96 (TVE- 1), donde cuellicortos inocentes se vieron impelidos a actuar como ancianos cantarines. También Sorpresa Sorpresa (Antena 3) convirtió la fiesta navideña en el descarado escaparate de unos grandes almacenes. En el sueño resultaba gracioso contemplar los vanos empeños de la conductora por suplir a Jesús Puente en una fallida versión juvenil de Lo que necesitas es amor: Violeta dio calabazas a Adrián ante una pasmada Isabel, incapaz de asumir que, más que una sorpresa, sólo le daba un disgusto a la decidida adolescente. Pero, el mayor escándalo de la publicidad encubierta tenía precedente: el spot homenaje a Disney en Telepasión 96 (TVE-1). No era de extrañar que la familia del doctor Nacho Martín sintiera tantos recelos a la hora de reunirse a los pies de su abeto del Médico de familia (Tele 5).

Ha sido un sueño atravesado por el paraguas de Mary Poppins (TVE-1) y la voz de María Callas (Canal +). Soñé incluso con esa gran amistad entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca (Antena 3), y en el sueño apareció el sueño vivido por James Steward (¡Qué bello es vivir!, Antena 3). Pero mi sueño parecía empeñado en recordarme que todo había comenzado con Leticia Sabater transformada -las cejas sin depilar- en Pocahontas e Isabel Gemio, en Mamá Noel. Definitivamente" los sueños de Navidad producen monstruos.

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