CQC
Nunca había esperado la llegada del domingo como lo hago desde que El Gran Wyoming y su troupe de ingenios ahumados se dedican a asaltar, a golpes de desenfado y talento, a los mentirosos que están ahí fuera. Cuando empiezan a inundar la pantalla de Tele-5 los trepidantes títulos de crédito, me pillan sentada en el diván, tamborileando los dedos sobre la falda de impaciencia, y lo que sigue nunca me defrauda. Caiga quien caiga es el equivalente televisivo y en los noventa de aquellas grandes experiencias de humor corrosivo, ironía sobre lo que nos pasa y saludable falta de respeto a los instituidos de turno que fueron las revistas Hermano Lobo y Por Favor, siempre con el majestuoso precedente de La Codorniz.Wyoming y sus cuates parecen haber encontrado en CQC el formato definitivo para encuadrar su feroz sabiduría en esa sucesión de asaltos a los figurones de la semana, y cada domingo se muestran más seguros y afilados. A mí me gustan todos, porque en cada entrevista el personaje se pone en evidencia -incluso cuando se hace el pelota e intenta quedar bien-, pero me vuelven especialmente loca esas encerronas, a base de entrevistador casi mudo durante minutos interminables, y el otro entrando al trapo, aguantando con cara de imbécil hasta el límite de la vanidad.
Caiga quien caiga es la mejor muestra de humor inteligente que aparece en estos momentos en la pequeña pantalla. También podría llamarse Esto es lo que hay. En lo que se refiere a personajes políticos, su título podría ser La conjura de los necios. Para ver cómo está el patio no hay más que sintonizar a los chicos de Wyoming cuando se acercan a nuestros próceres/as, y observar cómo reaccionan ellos y ellas.
Por favor, que se quedan para siempre en los domingos de nuestra vida. Y que no decaigan.
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