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Banquero y bancario

Botín refuerza el equipo directivo del Santander con el fichaje de Luzón

Delfín de Pedro Toledo en el Banco Vizcaya, consejero de la sociedad encargada de la fusión entre el Bilbao y el Vizcaya, padre de Argentaria y, desde hace una semana -seis meses después de su salida del grupo semipúblico-, director general adjunto a la presidencia y consejero del Banco Santander. Es Francisco Luzón.Su estancia en el dique seco ha sido breve y aprovechada. Una vi sita a Nueva York para ver a los viejos amigos de los grandes bancos de negocios, un par de semanas de reflexión en la Universidad de Chicago, siete días en Orlando con su familia (su mujer, Mari Luz, y sus tres hijos de 14, 13 y seis años), las vacaciones oficiales... Y septiembre. Tira de agenda y pisa. el acelerador. Se entrevista, entre otros, con el presidente del Gobierno, José María Aznar, con el vicepresidente segundo, Rodrigo Rato, y con el líder la oposición, Felipe González. Los resultados son inmediatos. Encuentra sus primeros huecos como consejero de dos empresas públicas, ENA y Trasmediterránea. Pero su gran objetivo es otro: volver a la banca por la puerta grande, y ésa sólo se la puede abrir Emilio Botín. Tras varios escarceos, comienzan las negociaciones en serio, discretas, que duran un mes largo.

Finalmente, fraguan a media dos de este mes. Botín, con quien había mantenido una excelente relación cuando era presidente de Argentaria, le sienta en el consejo de administración del Banco Santander y crea un cargo para él: di rector general adjunto a la presidencia, con competencias . sobre Estrategia, Comunicación y Relaciones Institucionales.

Un nuevo reto para Luzón -que se centrará en los grandes movimientos tanto, bancarios como empresariales- y una incógnita dentro del Santander. ¿Cómo influirá este fichaje en los equilibrios de poder en el seno del grupo bancario? De momento el único movimiento que ha hecho Luzón, el jueves y viernes pasados, ha sido presentarse en la casa. En principio, lo evidente es que Botín se ha rodeado de un quinteto de segundos de lujo: Matías Rodríguez Inciarte, Juan Rodríguez Inciarte, Ana Patricia Botín, Alfredo Sáenz y, ahora, Francisco Luzón. Hasta el momento, cada uno tenía sus funciones claras (mercado nacional, internacional, banca de inversiones y Banesto, respectivamente). Pero ahora, llega Luzón con la Estrategia, tan etérea y poderosa a la vez si se goza de respaldo, bajo el brazo. Y eso ha desatado múltiples interpretaciones. En opinión de unos, una organización como la del grupo Santander tiene cabida para todos ellos, y para más. En opinión de otros, el fichaje de Francisco Luzón es una guindilla para los hermanos Rodríguez Inciarte y un apoyo para Ana Patricia Botín. Porque, al fin y al cabo, el poder en el Banco Santander sólo se transmite de Botín a Botín, y en ese futuro trasvase, un hombre de confianza y con experiencia puede ser vital.

El ex presidente de Argentaria es un banquero profesional. Un conocedor del negocio desde la oficina y desde la moqueta mullida. De origen humilde -su familia emigró de El Cañavate (Cuenca) a Barakaldo (Vizcaya), donde su padre trabajó en Euskalduna- es un ejemplo del self made man, algo que marca en la gran banca.

Su vida, el 1 de enero cumplirá 49 años, ha tenido una obsesión: la banca. Una obsesión que comenzó en lo que se ha revelado como una de las mejores canteras de directivos bancarios de los últimos años: el Vizcaya de Pedro Toledo y Ángel Galíndez. Dieciséis años fue su periodo de adiestramiento, en los que pasó de la oficina de Pamplona al consejo de la sociedad que hizo la fusión entre el Bilbao y el Vizcaya.

De su paso por el Vizcaya no sólo le queda la formación. También las relaciones. Y sobre todo una, la que todavía mantiene con el ex ministro de Economía Carlos Solchaga. Fue precisamente ese vínculo lo que le catapultó, en noviembre de 1988, a la presidencia del Banco Exterior. Y desde allí, hacia la creación de un gran grupo bancario público, que se llamaría Argentaria. Una aventura que acabó con la llegada al poder del PP, el 3 de marzo pasado. Su relevo, el primero de los efectuados por el Gobierno de Aznar, se materializó el 16 de mayo. Atrás quedaban tres ofertas públicas de acciones por casi el 75% del grupo, la incorporación de 650.000 accionistas y unos beneficios anuales de 75.000 millones.

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