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Olor a gloria

Una exposición recoge 60 aromas: de iglesia, de escuela, de chicle...

Una luz tenue que apenas deja ver y una sinfonía de olores reciben a los visitantes de Por narices. Esencias y fragancias naturales, la exposición que acoge estos días el centro Las Dehesillas de Leganés (178.000 habitantes) organizada por la Fundación La Caixa. Sólo hay que cerrar los ojos, dejar correr la imaginación y oler un total de 60 fragancias tan naturales como la canela, la mirra, la violeta, el clavel o la mandarina. Sin embargo, para los visitantes, especialmente para los más pequeños, el único olor nauseabundo que hay en la exposición, el que segrega de sus glándulas anales la civeta, es el que despierta mayor interés. Un grupo de chavales se arremolinaba la semana pasada ante el depósito que contenía ese olor e invitaba a todos los chiquillos a arrimar la nariz al grito de "mira, huele a mierda". La muestra es una aproximación al mundo de los olores desde la perspectiva de la biología, de la cultura y de la experiencia directa de oler y devuelve al primer plano al olfato, relegado en la escala de los sentidos y sumido muchas veces entre la desinformación y el olvido.

Según explica Carlos Schnabel, comisario de la exposición, lo más difícil ha sido lograr que cada fragancia se percibiese igual a como se percibe de modo natural. Se ha conseguido mediante disolventes. Un equipo de químicos ha trabajado durante tres años para que los aromas se volatilicen bien y se mantengan las cuatro semanas que dura la muestra, que se ha exhibido ya en diferentes puntos del país como Almería, Elche, Burgos, Oviedo y Lugo.

Schnabel recomienda mover la tapa de los frascos ligeramente y aspirar, con suavidad a unos 20 centímetros de distancia, el aroma que desprenden las esencias, si se quiere evitar sentir una sensación de mareo que puede ocasionar una aspiración demasiado intensa. Según el comisario, al tratarse de olores diferentes no se producen problemas de saturación en la pituitaria. A pesar de las recomendaciones, la muestra llega a anular los sentidos y como ejemplo basta citar el del cardamono, cuyo uso condenaba la Iglesia en la Edad Media por considerarlo demasiado volcánico para los fieles.

Los químicos han recreado con sus recuerdos cuatro olores artificiales. El aroma a escuela se consiguió mezclando esencia de mandarina, viruta de lápiz, urea, polvo y humedad que recuerda a las viejas aulas; el aroma iglesia combina polvo, incienso, cera y humedad. El olorcillo del chicle de menta y el del bosque quemado (conseguido gracias a la esencia de abedul) completan el elenco de los evocadores aromas artificiales.

Dentro de la exposición se puede también jugar. Hay una serie de dibujos geométricos de colores y con la selección de uno de ellos se pueden distinguir las esencias que se ajustan a cada tipo de personalidad. La explicación de toda la muestra, que recorre también la historia del perfume, y la comercialización y extracción de esencias, se ofrece también en braille.

Por narices, hasta el 1 de diciembre, en el Centro Municipal Las Dehesillas (carretera de Getafe, s/n). Laborables: de 19.00 a 21.00. Festivos: de 12.00 a 14.00. Gratis.

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