Políticos
No estamos teniendo ninguna suerte con los políticos. Para uno que nos salió bien, los GAL lo tienen metido en galeras y sólo un fallo favorable del Supremo lo devolvería pasado mañana a la acción. O no.Entretanto, el poder se encuentra a disposición de unos tipos que no, hacen otra- cosa que armar camorra, cargar de conflictos el día a día, reproducir errores, chalaneos y reyertas perturbadoras. Si un buen árbitro de fútbol es aquel que pasa inadvertido, un político, a estas alturas debe ser un servicial gestor de la nación; alguien que procurara una atmósfera ilusionada y pacífica para trabajar y progresar.
Como los malos coches, estos políticos apenas avanzan y sólo hacen ruido. Ni dejan descansar ni dejan hacer. Una, mañana son esos parlamentarios de CiU o de Esquerra los que se levantan a trompicones del Parlamento porque oyen hablar en castellano. Otra vez es Rodríguez Ibarra desbarrando desde su referéndum para Extremadura, un Arzalluz expulsando una nueva ambigüedad sobre el terror, y otra incluso, es el presidente quien contesta como un niño repipi a la necesidad de templar la situación.
Mientras, por lo que se ve, unos y otros prefieren la gresca, el país ve hastiado cómo se consumen sus días en la ineficacia y la sinrazón. Los dirigentes, en efecto, han perdido tanto la razón que invitan a perderlos de vista. Ellos se interfieren como una basura, en nuestro futuro, introducen con su improductividad un lastre a la productividad del país y retrasan con Sus querellas la voluntad de prosperar a la que esta sociedad tiene derecho. ¿Cómo puede confiarse en sus proclamas? ¿Cómo sentirse representado por esta barahúnda de melandrines que ni siquiera reaccionan a la vergüenza de ser observados por aquellos votantes bienintencionados que les regalaron su esperanza de lo mejor?
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