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La Hispanidad en directo

Producción americana y artistas españoles en la gala de Tele 5

ENVIADO ESPECIALSalieron a comerse el mundo. El nuevo y el viejo. Para eso estaban allí la nostalgia de Los Panchos y la Macarena de los Del Río. Durante casi cuatro horas Tele 5 emitió el sábado en directo desde el teatro Jackie Gleason de Miami el programa La gran gala de la Hispanidad.

Se enchufó el satélite y ya no había marcha atrás. Salió un ballet, y dos, y tres, toreros y go-go girls; aquello era una mezcolanza, que al fin y al cabo era el mensaje que se quería dar. En un comienzo trepidante se relevaban Celia Cruz, Los Panchos, Los del Río con su Macarena, en esta ocasión una mulata de ciencia ficción que los cantantes andaluces se encargaron de comprobar que era de verdad.

Imposible de adivinar que cinco minutos antes casi todo eran problemas. Los Ketama habían perdido el avión. A una miss se le había olvidado el vestido, y en esta ocasión el guión exigía ropa... En fin, antes del inevitable desfile de todas las banderas del mundo hispano, nadie se dio cuenta de que sólo faltaba una, la española. Un cámara confesó que se la había llevado a su casa. Del apuro le sacó el cónsul de España, que se tuvo que presentar en el teatro con una bandera bajo el brazo.

"El directo", dice Mikel Lejarza, responsable de antena de Tele 5, "tiene muchas virtudes, pero también contratiempos como éstos, y más en un programa de casi cuatro horas, sin ensayo general y sin tus equipos; pero queremos que el directo sea una de las señas de identidad de la cadena". Los cámaras, los equipos técnicos, los operarios... Todo era americano, según lo exigen los sindicatos de Estados Unidos. Así que mientras Linda Mendoza, que ha realizado la entrega de los Oscars en algunas ocasiones, se empeñaba en dar a la gala ritmo de teleserie americana, las cámaras de origen caribeño siempre le respondían un par de segundos tarde.

Pero las estrellas se pagan para algo, y una de sus misiones es salvar situaciones peliagudas. Para eso estaban allí los conductores de este programa maratoniano, Carmen Maura y Andrés Pajares. La salvaron de todos los colores. Incluso entre ellos. "Andrés, ponte las gafas que estás más guapo", le recordaba Maura. Y él se las ponía, porque además de guapo veía mucho mejor la pantalla que le reproducía los textos del guión. Algo asumido desde el principio era la intervención de Carmen Sevilla, pero la gracia y el misterio estaba en saber por dónde iba a salir. En la entrega del premio Quijote de Plata a la actriz Libertad Lamarque, Sevilla se empeñó en que el Quijote fuera de oro y se despidió con un genial: "Gracias a Hispanoamérica del habla". Lamarque provocó la gran ovación de la noche con su grito: "Que viva Galicia".

A buen ritmo, cuidando los altos y los bajos, ya casi iba una hora de programación, con cortes publicitarios. "Pero no se vayan ustedes, que vamos a rifar un pollo frito", anunciaba Pajares, brillante, pero absolutamente fuera del guión para intranquilidad de Carmen Maura. Llegaron y pasaron El Tricicle, que con su humor silencioso pusieron freno a la verborrea a la que tiende cualquier acto sobre la Hispanidad.

Otro de los premiados fue José María Mendiluce por su labor con los refugiados en la guerra de Bosnia. Había que entregarle el Quijote, pero la encargada de ello, miss Cantabria, no aparecía. "Bueno, pues me voy yo a por el Quijote porque si no, él solo no viene", resolvió la descarada Maura. Las estrellas están para esto, para resolver situaciones extremas y convertir el caos en un éxito. Para comprobarlo, había que estar en el teatro en ese instante, cuando salió la Pantoja y arrasó. El público vio su figura y su vestido impresionante y ya no hizo falta que cantara. Así que enchufaron el play-back, como suele suceder en los espectáculos en directo para la televisión.

A las dos horas de programa las luces tintinearon. Afuera caía una tromba de agua. En el camión de la unidad móvil en donde dirigían Mendoza y Lejarza se colaba el agua. Pero en la televisión no se veía nada de eso y en el teatro tampoco.

Para levantar los bajones de ritmo llegó Azúcar Moreno, y a los hipnotizados responsables de Tele 5 les pareció muy bien que las dos espectaculares gitanas cantaran "apaga el televisor". Su canción era Sólo se vive una vez, y tenían toda la razón.

A las tres horas y media de espectáculo el público se puso en pie para recibir a Monserrat Caballé, que estrenó villancicos con Los del Río. Era también una tarde-noche para los estrenos. Francisco presentó su Himno a la hispanidad y Tele 5 cerró la gala con el suyo propio.

Hecho un flan, el director de antena de Tele 5 abandonó la unidad móvil después de casi cuatro horas de programa en directo para todo el mundo. Objetivo cumplido: "Sin tus hombres, sin tu plató, sin ensayar y con un directo en cuatro horas, no ha estado mal. Ha estado mucho mejor que el pasado año, pero peor que el próximo".

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