lontoforesis, un nuevo sistema de admistración de fármaco
Hay gente con terror a las inyecciones e infiltraciones. Aparte del dolor del pinchazo, existen motivos para rehuir la aguja. La penetración reiterada de la aguja en los tejidos -frecuente en tratamientos prolongados- puede dañarlos y, aunque su propósito sea la introducción del fármaco en un punto localizado, lo habitual es que éste se disperse por todo el organismo con riesgo de reacciones adversas.A la jeringa le han salido varios sustitutos, entre ellos el parche eléctrico. A una persona con codo de tenista -una inflamación dolorosa de los músculos de la articulación que se trata con infiltraciones de antiinflamatorios- se le aplica el parche sobre la zona dolorida, se lo humedece con una solución en la cual se haya diluido el medicamento y se le aplica una corriente eléctrica por medio de dos electrodos. Bajo su impulso las moléculas del fármaco penetran a través de la piel y en pocos minutos impregnan los músculos dañados, sin afectar a los demás tejidos.
Conocido como iontoforesis, este método indoloro se basa en la electricidad continua de baja intensidad para potenciar la penetración dérmica de sustancias cargadas eléctricamente. Sus fundamentos se conocían desde 1908, pero para consagrar su uso terapéutico han sido precisos avances en la tecnología de los electrodos y en la manipulación de los medicamentos de manera que pudieran ser diluidos en una solución ionizada cuyas moléculas tengan la facultad de emigrar a través de la piel.
"La lontoforesis se muestra muy útil en el área de anestesia", indica Francisco Vara, jefe de la Unidad del Dolor del hospital público de los Montalvos, Salamanca. "La usamos para tratar inflamaciones como periartritis, artrosis, codo de tenista-, cita el médico, con siete años de experiencia en iontoforesis en ese centro salmantino. En la medicina deportiva, apunta, la aplicación de antiinflamatorios para lesiones y dolores rebeldes por iontoforesis es una opción cada vez más habitual. Asimismo, se acude a ella para anestesias previas a cirugías de la boca, oídos, artroscopia e introducción de catéteres para diálisis.
En el ámbito de las enfermedades profesionales, la nueva modalidad ha encontrado un sitio en el tratamiento del síndrome del túnel carpiano, una auténtica epidemia laboral causada por el uso intenso de teclados y ordenadores y manifiesta en un intenso dolor de la muñeca. A los afectados, la administracíón de antiinflamatorios por iontoforesis consigue curarlos en más de un 60%, según estimaciones de los -especialistas.Gel protector
En contrapartida, aplicar un fármaco con parches eléctricos demanda más tiempo que con inyecciones. "Para introducir al paciente la misma dosis que con una infiltración de tres minutos, la iontoforesis necesita una semana", indica Vara. Como es común a todos los dispositivos transdérmicos, sus efectos adversos se focalizan en. la piel, irritación y quemaduras en este caso, pero los problemas se han ido subsanando con el perfeccionamiento de los electrodos: de los modelos iniciales de gasa y tela de bayeta -donde al riesgo de quemaduras se añadía la mala distribución de la corriente eléctrica y del medicamento-, se ha pasado a los electrodos de última generación con hidrogel y un superconductor, que eliminan los efectos indeseables de los iones.
La iontoforesis ha ampliado la gama de parches transdérmicos. Ante el éxito de los primeros modelos adhesívos, se buscó emplearlos con todo tipo de fármacos, pero tropezaron con el tamaño de las moléculas de los medicamentos. El parche eléctrico ha desbloqueado la situación: la corriente permeabiliza la piel y moléculas voluminosas como proteínas pueden colarse a través.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.