Zarrabeitia, el del pueblo de Etxebarria
Hasta hace sólo dos días, el pueblo vizcaíno de Abadiño era, en términos ciclistas, el pueblo de Mikel Zarrabeitia. El corredor que escribió la historia de una ascensión fulgurante -quedó segundo en la Vuelta de 1994 a los 24 años- y de un descenso más rápido -una hernia discal observada la víspera del que iba a ser su debut en el Tour de 1994 le ha tenido año y medio sin competir- era la cabeza de cartel de una zona de la provincia de Vizcaya que en apenas seis kilómetros ha dado otros muchos profesionales: Ibon Ajuría, Alberto Leanizbarrutia, Aiarzaguena, los hermanos Gorospe, Erkaitz Elkoroiribe, Unai Etxebarria... Pero el sábado su vecino -vive justo en el portal de al lado-, el bajito -mide 1,64 metros, la talla de Montoya- David Etxebarria le arrebató el protagonismo al ganar el Tour del Porvenir. "De hecho", cuenta Zarrabeitia, la peña del pueblo era antes Peña Zarrabeitia, y ahora es también de Etxebarria y Unai".Motivos para estar celoso. No sólo uno no confirma por mala suerte, sino que llega el de al lado y le deja en la sombra. "Pero no, qué voy a estar celoso, en todo caso, súper contento", dice el destronado. "David ha hecho una carrera impresionante y, con él, toda la ONCE". Bastante lucha interior lleva Zarrabeitia como para preocuparse de lo que hacen los otros. O sea, conformismo con el destino. "Las cosas vienen como vienen y no hay que darles más vueltas". Todo un estudio de filosofía ciclista en una frase. Las cosas que se aprenden con el paso de los años. La misma forma de expresión de Miguel Induráin.
La paciencia es el otro consejero de Zarrabeitia. Aunque la apuesta de Manolo Sáiz cuando le fichó a finales de la temporada pasada era conseguir que pudiera partir como favorito en esta Vuelta, Zarrabeitia no lo ve tan claro. "Hemos corrido mucho, pero sé que tengo todo el tiempo del mundo para recuperarme".
Hace un par de años, cuando luchaba con Delgado y Rominger casi de tú a tú en la Vuelta, Zarrabeitia hizo la declaración del año. "Y yo qué creía que era un globero", dijo con timidez. "Aquello era mentira", reconoce ahora. "Son cosas que se dicen pero que no se piensan. Lo dije por decir algo". Aquella frase fue una buena forma de expresar sus dudas. Ahora vuelve a no tenerlo claro pero ya lo dice como un profesional.
"Tengo que saber definitivamente si voy a poder ser un corredor de grandes Vueltas o no llego a ello", dice. Y, ahora, además aguantando cuándo diga de dónde es la respuesta: ah, de Abadiño, el pueblo de Etxebarria.
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