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Alfonso abre el camino de los goles

El Betis se quitó la pereza en el segundo tiempo y venció al Extremadura

La cabeza de Alfonso. La cabeza bien amueblada de Alfonso Pérez Muñoz acabó con el sueño del novel Extremadura. La primera parte fue de los locales. El día de Extremadura. La noche fue del Betis.Los mercaderes han vuelto al templo del fútbol. La nueva religión, y se encuentran con un fútbol llamado modesto con orgullo, un fútbol que huele a pueblo, a maceta regada, a niño no hagas eso, como cantaba Benito Moreno. Sobre el estadio se divisaban las cúpulas de las bodegas y los salientes de las fábricas de aceite. El Extremadura domina el centro del campo, está en el mismísimo centro del campo, ese mismo, que les ha conferido una relación innovadora con la tierra, a pie de olivo y de viñedo.

El primer espejismo surgió gracias a una frivolidad de Finidi, un taconazo que llegó a pies del contrario. Verde, un jugador de exquisita técnica, le dio de tacón como Dios y Garrincha mandan. Recogió el servicio Cortés, agente de seguros en sus ratos libres, y su centro fue al argentino Duré, que perdió toda su energía reclamando un penalti inexistente.

Los primeros titubeos y la apariencia de igualdad dieron paso al dominio de la lógica. Y del Betis. Primero Alfonso, después Pier a pase de Finidi, y finalmente ya Jarni, un desaparecido en combate que ha vuelto a la Liga con dos servicios de gol y un tanto de su propia cosecha. El sueño se convirtió en pesadilla para los extremeños. Los goles tuvieron un efecto de laxante. Se acabó la tensión que generaba una falsa igualdad, se acabaron los malos modos, y las cosas volvieron a su sitio. A la normalidad de un equipo muy superior y un adversario que se puso de largo en la categoría con mucha dignidad. Perdieron el partido, pero nadie perderá la memoria de una noche que contó con la presencia del arco iris, la lluvia y hasta una tormenta.

Escampó en Almendralejo llegó la lluvia de goles. Los tres en la segunda parte. Después de la fiesta de la primera. Eso es cortesía y buena educación. Los del Extremadura salieron como endemoniados, poseídos por él delirio de quien está escribiendo una página que pasará de padres a hijos y de hijos a nietos. En su hambre de gol, Juanito le quitó con la cabeza un remate a Tirado, dos ex sevillistas en una especie de derby personal. Querían para la fiesta una orquesta; lo que no sabían es que los músicos al final iban a sacar a bailar a las chicas del pueblo.

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