La Real estrena una victoria rutinaria
La inversión televisiva no arroja beneficio futbolístico alguno todavía en Anoeta. La cuenta de la Real Sociedad y el Sevilla permanece inamovible como en la pretemporada aunque el conjunto donostiarra obtuviera el primer rendimiento en forma de puntos gracias a una jugada accidental.A falta de ritmo, de arte, de remate, de intensidad, el fútbol en alguna de sus facetas irrumpía por el arte escénico y excéntrico de Onésimo, tan inocuo como agradecido, y en el derroche energético de Yaw, tan espectacular como igualmente inocuo. El resto era rutina, una colección de pases previsibles, una suma de imprecisiones y escaso, poder ofensivo en ambos lados, más acusado en el conjunto de Camacho, aún demasiado crudo para el talante del entrenador.
La primera mitad fue un remedo de la pretemporada, es decir, un juego insulso, vano, lento, y timorato, amenizado únicamente por la charanga que tocaba la tribuna. Pudieron ser las múltiples, ausencias, en ambos equipos, la falta de acoplamiento de los nuevos jugadores, en definitiva la literatura que siempre explica la decepción futbolística. Pero la realidad es que 45 minutos apenas dieron de sí para un contragolpe del Sevilla en el minuto ocho mal culminado por Mornar en su mano a mano con Alberto. El jugador balcánico exhibió sus características: mucha brega, poca inspiración.
Cuando más tonteaba el partido llegó la picia de Ramis que propició el gol donostiarra. Era la jugada del partido, la evidencia de un fútbol turbio que sólo asomó la nariz en la segunda mitad cuando se conjugaron dos elementos siempre emotivos: la voluntad y el contragolpe.
El fútbol seguía siendo previsible pero al menos los equipos se empezaban a parecer a sus técnicos aunque a la postre nada se culminaba con éxito. El Sevilla tuvo su ocasión en el minuto 84 en un despeje erróneo de la defensa donostiarra. El balón cayó en los pies del argentino Colusso que fue incapaz de batir a Alberto cuando parecía condenado. Era la devolución de la moneda, el dictamen de los malos encuentros, aquéllos que se dilucidan por la cantidad de errores más que de aciertos. La única lectura del encuentro es que la Real Sociedad aprovechó el del Sevilla y el conjunto de Camacho no gestionó esta generosidad.
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