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FESTEJOS

El segundo encierro de San Sebastián transcurrió con los bares 'secos'

El segundo encierro de las fiestas del Cristo de los Remedios de San Sebastián de los Reyes (58.000 habitantes), celebrado ayer apenas registró incidentes de importancia. En el encierro, la Policía Municipal de la localidad tomó medidas para impedir que los bares ubicados en las calles por donde discurre la carrera sirvieran bebidas alcohólicas en las horas previas al comienzo del mismo, lo que, según Pedro Martínez, coordinador de Protección Civil en el municipio, "ha contribuido, junto con la menor asistencia de corredores, a que no se produjeran accidentes como el del primer encierro".Mientras, Juan Francisco Morata, el hombre de 28 años que sufrió el pasado domingo un traumatismo craneoencefálico al caer desde lo alto de una valla en el primer encierro de las fiestas, permanece aún en coma en la unidad de cuidados intensivos del hospital de La Paz.

En coma

Morata fue operado para rebajar el hematoma que presentaba en el cráneo y el pronóstico facilitado ayer por los facultativos del centro hospitalario es de muy grave. Después de la operación, el herido se mantiene en estado de coma, sin que los médicos quieran manifestarse sobre sus posibilidades de recuperación.El único corredor que tuvo que ser atendido por los servicios de socorro ayer fue José Antonio B. R., de 24 años, que sufrió un esguince de tobillo mientras corría y fue trasladado al servicio de urgencias del ambulatorio, donde se le practicó la cura.

El encierro fue muy rápido en su desarrollo. Las reses apenas estuvieron corriendo dos minutos por las calles de la localidad.

A la rapidez de la carrera contribuyó tanto el hecho de que los astados eran novillos, más veloces que los toros, como la menor afluencia de corredores al encierro.

Sin embargo, en algunos momentos los cabestros no pudieron seguir el ritmo de los novillos y la manada se cortó entrando dos erales por delante de los demás en la plaza de toros.

Esos dos novillos enfilaron directamente la puerta de toriles, pero los cuatro últimos se pararon en la plaza y no entraron a chiqueros, lo que originó las situaciones más tensas del encierro.

Durante más de un minuto y medio las reses recorrieron el coso antes de que los dobladores de la plaza pudieran conducirlas a los corrales, ya que su labor fue dificultada por la actitud de algunos corredores que permanecieron sobre el albero una vez finalizada su carrera.

Finalmente, no se produjo ninguna cogida, como tampoco sucedió en la suelta de vaquillas que se celebró después del segundo encierro de las fiestas de la Pamplona chica.

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