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Las lágrimas del más grande

En la madrugada de ayer, Carl Lewis, a sus 35 años, puso el broche de oro a una trayectoria ejemplar. Saltó 8,50 metros en la final de salto de longitud y conquistó la medalla de oro, su novena en unos Juegos Olímpicos (ha participado en Los Ángeles, Seúl, Barcelona y Atlanta) y la cuarta consecutiva en dicha prueba. Cuando recibió el trofeo, probablemente en la última ceremonia triunfal de su carrera, Lewis no pudo reprimir sus lágrimas. Se acababa de convertir en el atleta más grande de todos los tiempos. Páginas 30 a 35

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