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TOUR 96

La historia del corte madrugador

Carlos Arribas

José Miguel Echávarri se bajó del coche -el manager del Banesto siguió la etapa, igual que el día de Les Arcs, en el coche del director, Eusebio Unzúe- y resumió la respuesta a la pregunta inevitable ¿qué ha pasado?-: "Se nos ha despistado. Está tan metido en su papel de observador..." Un resumen demasiado resumido de un hecho del que cada observador sacó una enseñanza, del corte en el puerto de la Cruz Morand. "Estábamos en la parte de atrás del pelotón viendo cómo se tensaba la cosa", explica Marino Alonso (Banesto). "Vimos que los jefes se agrupaban delante pero cuando llegamos ya se había producido el corte". 13 corredores, los más importantes de la carrera exceptuando a Induráin, Rominger y Escartín, se fueron. "¿Por qué estaban ya tres festinas delante? ¿Estaban ya de acuerdo con Riis?", se pregunta Echávarri. Eran los últimos hectómetros de la Cruz Morand. "Se cortó Rominger y luego se cayó Escartín", explica Induráin. "Yo me quedé detrás". Rominger lo confirma: "Cuando la fuga de Riis me sentí un poco en dificultad. Seguro que exprimiéndome, habría enlazado, pero cuando vi a Olano delante, me sentí aligerado de responsabilidad".

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Los, 13 coronan con apenas unos segundos. Los banestos se ponen a tirar a bloque. "Un poco de trabajo tampoco nos viene mal", dice Marino. "Esperamos un poco a que se reintegrara Uriarte, que venía más atrás", explica Echávarri. "Los teníamos a 14 segundos, pero entonces empezó el puerto de cuarta y mandé levantar un poco el pie a los míos. Se trataba de no reventar al pelotón para que otros equipos que no tenían a nadie en la fuga pudieran pasar a colaborar". La ventaja aumenta hasta el minuto. Delante, casi todos los importantes relevan, Riis, como un poseso, sus gregarios -Bolts y Ullrich-, también; detrás sólo el Banesto. "Los italianos nos han puesto a caldo", dice Pablo Antón, del ONCE. El equipo de Manolo Sáiz entra a colaborar, también lo hace el Kelme, ya que Escartín se ha quedado cortado. "No hubo ninguna necesidad de negociar nada entre los coches", continúa Echávarri. "La ONCE se puso por voluntad propia -no llevaban a nadie delante- y el Kelme se acercó a nosotros a decirnos que había que tirar. Lo que sí que ví fue al coche del Festina ir a pedirle explicaciones al de la ONCE". Riis, cuyo equipo, el Telekom, se vio ayudado en el resto de la etapa por el Brescialat, se lo esperaba. "La alianza entre la ONCE y el Banesto ha sido un hecho de carrera al que me tengo que acomodar; ¿puede ser que los de Induráin no estén muy fuertes?"'. La escapada pierde terreno y en el kilómetro 60 se acaba. "Yo fui un freno para la fuga", explica Olano, que en ningún momento relevó. "Si no estoy yo, los telekom se van seguro. Pero no era uri proyecto que me interesara y a ellos no les gustaba llevarme. Estaba metido porque sé que estas etapas se prestan a emboscadas y yo siempre estoy vigilante".

Induráin, despistado, sacó sus conclusiones: "He visto que todos es tán pendientes de lo que hago yo. Se ve que me esperan. Pero ni yo sé cuando voy a atacar. Quedan cuatro días difíciles -Hautacam, Pamplona, Hendaya y Saint Emilion-, veré si en alguno de ellos puedo intentar algo. Yo sigo vigilando, esperando des fallecimientos para atacar en el momento oportuno". Olano ya las tenía. ¿Y Riis? "Me siento muy fuerte", dice. "Es extraño, pero tengo la impresión de tener la misma serenidad que Induráin". Viva la guerra de fríos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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