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TOUR 96

La UCI también cobra peaje: las multas se disparan

Carlos Arribas

El Tour es un gran negocio, pero no sólo para la empresa organizadora. La Unión Ciclista Internacional también tiene una manera de sacar rendimiento económico a la carrera: las multas. Es un procedimiento tradicional, pero este año los comisarios, encabezados por el italiano Giovanni Meraviglia, están mostrando más claramente su cara más parecida a una caja registradora. La primera etapa -tan peligrosa por las rotondas que el propio Jean Marie Leblanc, director del Tour, solicitó a Induráin y Rominger que como capos del pelotón intentaran lograr que la etapa se disputara a marcha lenta- fue una muestra particularmente clara de lo que les espera a corredores y equipos. Sólo en multas, la UCI recaudó 1.830 francos suizos (unas 185.000 pesetas.), y eso sin contar la amenaza de un millón de pesetas que cuelga sobre la ONCE por el asunto de las bicicletas carenadas.El mayor perjudicado del día fue el debutante italiano Sergio Previtali, quien dañado en una caída no tuvo más ocurrencia que agarrarse al coche de su director. A Previtali, la infracción no le costó dinero -fue directamente expulsado de la carrera- pero a su director el remolque le salió por 50.000 pesetas. Curiosamente, el reglamento no contempla esa multa, sino también la expulsión de carrera del director. Otro de los caídos del día, el norteamericano Frankle Andreu, intentó reintegrarse el pelotón buscando protección del viento en el coche de su director. La maniobra le costó 5.000 pesetas y 20 segundos de penalización en la general; a su director, 30.000 pesetas. Un olvido -no poner las placas en las bicicletas- le costó al director del Rabobank 50.000 pesetas, y al del Agrigel arreglar una avería mecánica a un corredor en un lugar peligroso, 30.000.

Cipollini fue multado de nuevo, pero curiosamente no por llevar un culotte rojo, rompiendo la uniformidad del equipo, sino por cerrar contra las vallas a otros corredores en el sprint: 25.000 pesetas.

El millón de pesetas que amenaza a la ONCE puede, sin embargo, quedarse en nada. No sólo porque el equipo de Manolo Sáiz piensa enviar a la UCI pruebas documentales de que la bicicleta de marras se utilizó sin problemas a lo largo de todo el año sino también porque mantienen que las novedades aportadas -el alerón detrás del sillín y el aplique junto a la cadena- eran en todo caso de diseño y aerodinámicas, y nunca técnicas, las que necesitan' de homologación. En todo caso, en la ONCE re cuerdan que el asunto ha sido mal llevado por los comisarios de carrera. Según un artículo del reglamento de la UCI ellos son los únicos jueces a la hora de autorizar una bicicleta. Y lo hicieron en el prólogo. No entienden como la UCI puede meter baza después.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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