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El Induráin menós visto

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Cuando se habla de Induráin todo el mundo piensa en el dominador del Tour, pero yo quiero recordar una imagen de Miguel muy pocas veces vista, una imagen que expresa otra forma de ser campeón. Fue en el Giro de 1994, la noche de la etapa del Mortirolo y Aprica. Durante la carrera todos los del equipo vibramos cuando oímos que había dejado a Berzin en el Mortirolo. Después cuando supimos que había aumentado la ventaja. Pero también nos entró una gran tristeza cuando nos enteramos de su pájara final. Por la noche estábamos tan así que decidimos subir todos a su habitación a ver cómo estaba. Y nos lo encontramos a punto de echarse a llorar sólo por pensar que él nos había fallado a todos.No creo que eso pueda repetirse. Desde entonces no he visto mal nunca a Miguel. Ahora lo veo mentalizado, con muchas ganas. Con tranquilidad y seguridad.

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Este Tour es mi primero. Todo el año he estado en la preselección del equipo. En febrero lo veía tan lejos que ni me lo planteaba, pero de repente estaba encima. Fue en el Dauphiné cuando me anunciaron que venía. No me asusté, porque es un paso que todos los que queremos algo en el ciclismo tenemos que dar para subir al máximo escalón. Simplemente me entro una alegría importante por mí y por todos los que me siguen y animan. Eso, sin olvidarme de que es un trabajo serio. Hay que hacerlo bien, lo mejor posible.

La responsabilidad es otra cosa. Claro que si Miguel no gana, alguna parte de culpa tendremos los compañeros, pero de lo que estamos con ganas es de demostrar que no somos tan malos como, se dice. Eso nos hiere el amor propio. La gente no para de escribir que Induráin tiene un equipo débil, pero creo que es simplemente porque ven que no hay grandes nombres, que no somos un equipo de estrellas. Pero yo creo que tenemos un bloque que se puede defender bien en todos los, terrenos y para acompañar a Miguel hasta donde la carrera se convierte en un tú a tú entre los grandes.

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