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EURO 96

El fatídico minuto 57 de Julen Guerrero

Santiago Segurola

Javier Clemente dice que no mira la hora, pero Julen Guerrero sospecha lo contrario. Se siente destinado a la sustitución, casi siempre en el comienzo de la segunda parte del partido preferiblemente en el minuto 57. También ocurrió en el partido frente a Bulgaria del pasado domingo. Clemente decidió cambiar, una vez más, a Guerrero.Mediado el primer tiempo, Guerrero miró al banquillo, vio que se levantaba Amavisca y se dijo: "Otra vez me toca a mí". Es la fuerza de la costumbre. Desde el Mundial de Estados Unidos ha jugado 12 partidos, pero sólo ha completado uno, frente a la selección de Chipre (el 6-9-95).

Julen Guerrero calla y hace declaraciones neutras cuando se le pregunta. Responde con diplomáticas, cosas como "trabajaré para ganarme el puesto" o "estoy aquí para apoyar a mis compañeros" o "lo importante es el equipo", pero su talante competitivo le obliga a pensar en las causas que le frustran.

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Clemente se defiende

Desde su debú con España, en enero de 1992, Guerrero ha disputado 22 partidos con la selección y no ha acabado de establecerse como indiscutible en la alineación de Javier Clemente. Su posición fue más firme en el comienzo de su carrera deportiva, cuando respondió con varios goles ganadores. Pero ahora tiene dudas sobre la opinión que tiene Clemente sobre él.

No conoce la derrota

Su carrera como jugador internacional ofrece un curioso dato estadístico. Nunca ha conocido la derrota cuando ha jugado con la selección. Esta secuencia de partidos invicto es la más larga en la historia del fútbol español. Guerrero bromea con esta condición, más relacionada con. la fortuna que con los méritos, pero se le nota intranquilo. Es un jugador que tiene que demostrar demasiadas cosas y la primera de ellas no es otra que convencer al seleccionador.Su problema comienza con el estilo, y el método de la selección, donde Guerrero es utilizado de espaldas a la portería, obligado a tocar rápido y hacia atrás. Es una situación demasiado forzada para un futbolista que prefiere entrar en contacto con la pelota, situarse por detrás de ella, tocar y sorprender en cualquiera de los dos palos. Si es en el segundo, mejor. Pero este no es el caso con la selección, donde se encuentra demasiado envarado, fuera de la circulación del juego y quizá demasiado observado por Clemente.

Quizá por estas razones, Guerrero juega con menos frescura de la debida y de la habitual en él. Le falta el apoyo decidido que Clemente reserva a otros jugadores. Y por esa fisura, por una cierta, ausencia de química entre el entrenador y el futbolista, comienza el atribulado paso por el equipo nacional de Julen Guerrero, condenado a retirarse en el minuto 57. El minuto del partido que más detesta.

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