El torneo sigue con el freno de mano
El orden de Francia fue implacable con Rumania, pero sigue sin mejorar el nivel de juego
Ni siquiera Francia consiguió levantar el ánimo de la Eurocopa. El torneo ha arrancado con el freno de mano puesto. Van unos y otros mirándose de reojo, especulando, y aguardando al segundo partido. Los franceses, un grupo que huele a fútbol, no fueron una excepción como Portugal. Les valió un regalo de Rumania para saborear un triunfo de poco lustre y sumar otro partido más sin perder a una cifra que ya es récord: 24. Las cuentas de Jacquet le permiten combatir cualquier reivindicación incluso en el St. James Park de Newcastle, el feudo de Ginola, uno de los desheredados de la nueva Francia.Tampoco Rumania intimida. La fragilidad defensiva arruinó toda su laboriosidad ofensiva. El equipo se plantó con una gran determinación. Lupescu y Popescu ejercían de barrenderos en la divisoria, Hagi maniobraba entre líneas y Lacatus tiraba una y otra vez hacia el banderín de córner. Tenía pinta de equipo atrevido más que de sólido. Le costó tiempo a Francia meterse en el partido ante el trapío del contrario. La baja de Angloma trastocó la línea de zagueros y el grupo tampoco lograba concertar con Djorkaeff, para lanzar a Dugarry. Estuvo largo tiempo aplaudiendo cómo Hagi forzaba aquí un córner y allí una falta o sufriendo por la vía de agua que Lacatus, a sus 32 años, abrió con su descaro por el flanco izquierdo ante Di Meco.
El equipo de Jacquet, sin embargo, vive en estado de gracia. Le bastaron dos remates para abrir el marcador. Stelea rechazó el primer disparo de Djorkaeff y luego se quedó a medio camino entre el marco y la cabeza de Dugarry. El ariete le ganó la espalda a Mihali y puso a Francia en ventaja. Le perdió a Rumania toda su tarima defensiva, desde el lateral derecho al izquierdo, pasando por el centro. Los franceses encontraron posiciones de remate en cada incursión por su banda derecha. La clarividencia de Zidane y Djorkaeff en el manejo del cuero en la medular sirvió de faro al bloque para que cada uno recuperara su sitio.
El ejército del general Iordanescu fue perdiendo terreno con el discurrir del choque. Francia, sin embargo, pagó la novatada y la falta de un futbolista que capitaneara al colectivo. El inicio del segundo tiempo fue de locura. Iba el cuero como un conejo por una y otra madriguera. Los rumanos continuaron viviendo agarrados a la chistera de Hagi y los franceses iban aclarando su campo con la contundencia de Blanc y enfilando el marco rival con la bota de Djorkaeff.
Francia se agarró al marcador para justificar su actitud de prudencia. Pareció, en cualquier caso, un equipo bien, dispuesto, solidario y con un gran sentido del juego combinativo. Tiene una buena organización. Le falta, sin embargo, jerarquía y jugadores capaces de alterar el discurso del partido. Los rumanos defienden el otro bando del fútbol El equipo de lordanescu se agarra a un jugador inmortal como Hagi, y vive de su capacidad de seducción.
El ex azulgrana buscó sin suerte un empate que habría sido aplaudido por toda la expedición española. Javier Clemente, que presenció el partido en directo, regresó a la concentración sin ninguna novedad. Vio lo que ya suponía: Francia será un rival muy duro el próximo sábado mientras que a Rumanía, más que nada, hay que ganarla. La diferencia entre el partido del domingo y el de ayer fue que Francia cumplió mientras España dejó de cumplir.
Los franceses agradaron más por su solidez que por su fluidez, y ese es precisamente uno de los debates que siempre defiende Clemente en su concepción del fútbol. La sensación hoy es que el equipo de Jacquet, es más temible por su estructura defensiva que por su actitud ofensiva. La expresión de Francia fue ayer la fortaleza de Desailly.
Todo muy discreto todo para empezar.
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