Todos contra Muster
El austriaco se ha convertido en el hombre a batir en la tierra parisiense
Una cosa está muy clara: aunque no salga como primer cabeza de serie, el candidato más firme a la victoria en Roland Garros es el austriaco Thomas Muster. Ésa es una premisa que nadie discute. Los jugadores la asumen y cuando se realiza el sorteo sólo tienen ojos para comprobar que no van por su parte del cuadro. Si Muster se cruza con ellos, la esperanza de realizar un buen Roland Garros disminuye. Si no, ha llegado el momento de comenzar a apreciar otros aspectos menos decisivos del tortuoso camino hacia la final.No son afirmaciones gratuitas. Las estadísticas avalan estos temores. Es el rey actual de la tierra batida y en París encuentra el terreno abonado para situar su carrera tenística en la repisa de los grandes campeones. En cualquier otra superficie su leyenda se deshace. Pero cuando pisa la tierra se convierte en un muro, en una apisonadora, en un elemento destructor: durante su carrera ha ganado 375 partidos de los 473 que ha disputado. Pero en los dos últimos años ha explotado: en 1995 perdió sólo dos partidos en tierra (frente a Álex Corretja y ante Albert Costa) y esta temporada lleva 29 victorias por una sola derrota (ante Carlos Moyà en Múnich). Muster es, además, el jugador que más títulos ha ganado en tierra de los que siguen en activo: 38.
Las estadísticas clarifican también el resto del panorama previo al Roland Garros. Indican que los jugadores españoles son los que mejor se: han preparado para disputar el torneo, Tres de ellos, en concreto, forman parte de los seis jugadores que mejor coeficiente alcanzan entre las victorias, y las derrotas en tierra. Albert Costa (12 victorias y 5 derrotas en 1906), Carlos Moyà (16-7) y Roberto Carretero (10-5) son superados sólo por el chileno Marcelo Ríos (16-4) e igualados por el ruso Yevgueni Kafelnikov (12-5).
En cambio, aportan también el escalofriante dato de que ninguno de los grandes jugadores norteamericanos ha llegado a disputar 10 partidos en tierra esta temporada. Pete Sampras, número uno mundial, sólo jugó y perdió dos en la Copa del Mundo y se lesionó -dolor muscular en la espalda-, aunque estará en París. Agassi perdió su único partido. Michael Chang jugó cinco (3-2). Y Jim Courier, siete (4-3). Es una preparación escasa para una superficie en la que no suelen moverse.
Todos estos números sirven sólo para evidenciar que el Roland Garros se ha convertido en el último reducto de los especialistas en tierra batida. Los jugadores que basan su temporada en los grandes torneos de superficies rápidas han optado por dejar en un segundo plano las pistas lentas. Y en este aspecto dan la razón a Muster cuando les acusa de no respetar el circuito europeo. "Cuando llega la tierra todos los norteamericanos se lesionan", afirma el austriaco.
Sin embargo, las estadísticas no delatan los aspectos más humanos y que también pueden incidir en este Roland Garros. No hablan de la batalla que mantiene Sergi Bruguera para recuperar el trono que ganó dos veces consecutivas antes de que Muster se lo arrebatara el año pasado. Ni de los sentimientos que el torneo despierta entre los estadounidenses y que puede suplir su falta de preparación.
Bruguera ha trabajado a fondo para olvidarse de la lesión de tobillo que sufrió el pasado mes de diciembre y que le provocó un derrame sinovial en febrero. "A mí no me preocupan los demás jugadores", confiesa su padre y entrenador, Lluís Bruguera, "me preocupa Sergi. Si puede desarrollar todo su potencial, no debe temer a nadie". Su lesión parece definitivamente enterrada. Y el Roland Garros le motiva de forma muy especial. En París Sergi vivirá en una paradoja: no será cabeza de serie (lo era desde 1993) y todos sus rivales le creen vulnerable. Pero esa misma situación le ofrecerá una tranquilidad que había perdido desde que ganó su primer título en 1993.
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