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BALONCESTO CUARTOS DE FINAL DE LA LIGA ACB

El Barcelona demuestra carácter

El Taugrés llegó a contar con 17 puntos de diferencia en la primera parte

Eligió el camino más tortuoso. Como ocurrió en la final de París, el Barcelona tuvo que estar contra las cuerdas para demostrar carácter de campeón. Pero a diferencia de aquella nefasta ocasión, su reacción llegó con tiempo suficiente para posibilitar el tercer partido. En un encuentro de extrema dureza física y síquica, supo sacar provecho de la mayor profundidad de su plantilla y una mayor experiencia en este tipo de situaciones.El primer tiempo fue esquizofrénico. El manual de los grandes equipos recomienda, en su apartado dedicado a situaciones extremas, una salida expeditiva. Con ella se busca tanto espantar fantasmas como hacer entender desde el principio al equipo rival que su ventaja es puramente casual, y que llegan dispuestos a recuperar lo que les pertenece por historial y potencial deportivo y económico. Para ello se debe mostrar aplomo en el comportamiento, dureza en defensa y seguridad en sus acciones ofensivas. El Barça se saltó a la torera todas las normas. Salió a la cancha como un flan, sin tensión, y permitió al Taugrés alargar la euforia de su éxito en la Ciudad Condal.

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Fueron doce minutos exultantes los del equipo vitoriano. Ante la defensa más contundente y numerosa en efectivos de toda la Liga, encontraron los vitorianos con inusitada facilidad el aro rival, hasta llegar a gozar de una ventaja más que significativa (32-16,m. l2),. Aíto cambiaba jugadores buscando un quinteto resolutivo, que parecía la búsqueda de la cuadratura del círculo.

Siguiendo la moda política, el partido se dió la vuelta como un calcetín. Más que su dinámica, los guarismos del marcador. Sin caer en picado el Taugrés, ni emerger poderoso el Barcelona, una pequeña bajada de tensión vitoriana, provocada por el lógico cansancio de sus hombres titulares, junto a dos triples de Galilea y Karnishovas -su primera canasta- colocaron las cosas en el descanso como al principio (51-47).

Los dos equipos volvieron del vestuario dispuestos a dejarse la piel. Nadie volvía la cara, y se alcanzó el meridiano de la continuación con el marcador igualado (71-69). Llegaba el tiempo de resolución, el de los hombres.

Fernández y Nicola representaron la cara y la cruz, fueron buenas explicaciones del cómo y por qué. El azulgrana tuvo un comportamiento ejemplar. Tiró cuando. debía hacerlo, buscó faltas y asistencias cuando cada falta eran dos tiros libres, y no erró desde la línea. Buscó el balón y siempre fue punto de referencia para sus compañeros. Todo lo contrario que el argentino del Taugrés. Nicola es un talento. baloncestístico, pero tiene un grave defecto. En demasiadas ocasiones pierde el norte, y confunde la dependencia que tiene su equipo de sus prestaciones con un apresuramiento cuando las cosas no ruedan a su gustó. Ayer no estaba fino, y en vez de buscar otras opciones, se empecinó en resolver por su cuenta. El resultado fue negativo.

El Barcelona es el campeón, y cuando se alcanza esas cotas, no suele ser por casualidad. En una situación extrema no perdió los papeles, y consciente de que el juego y el cansancio de un rival más limitado jugaban a su favor, capeó el temporal y al final logró su recompensa. Es lo que diferencia los buenos equipos de os grandes. Éstos últimos no suelen dejar pasar las oportunidades.

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