"La hegemonía del PCE ha causado la catástrofe en IU"
Dicen que Diego López Garrido fue -incluso le premiaron- uno de los mejores parlamentarios de la anterior legislatura. Y nadie niega su contribución al nuevo Código Penal. Tiene 48 años y cuatro hijos. Es madrileño, catedrático de Derecho Constitucional y economista. Entró en Izquierda Unida como independiente y quiere seguir en ella, pero afiliado al Partido Democrático de Nueva Izquierda, del que es promotor.Pregunta. ¿Aspira a sustituir a Julio Anguita?
Respuesta. No. Aspiro a que cambie la política de Izquierda Unida. Y, a partir de ahí, es la organización la que tiene que decidir qué dirección debe llevar adelante esa política. Yo no me postulo ni me postularé para suceder a nadie.
P. ¿Por qué, entonces, la creación del Partido Democrático de Nueva Izquierda?
R. La idea de transformar en partido lo que era una corriente en IU es algo de lo que se venía hablando. La evolución de IU no ha sido la prevista. Se pensó que iba a reunir a un conjunto de fuerzas diversas, de las izquierdas que estaban a la izquierda del PSOE. Y existía la idea inicial de que acabaría por convertirse en un partido plural: En mi opinión, esa idea se corta de raíz en la III Asamblea, cuando Anguita saca el tema de Maastricht. Allí se provoca el inicio de Nueva Izquierda: Es un momento en el que las partes que hay en IU van cogiendo más definición. Y, en vez de disolverse en una organización como estaba previsto, el PCE se fortalece. En su último congreso se pronuncia por llevar la hegemonía a toda la organización. Nada menos. En esa situación, Nueva Izquierda tiene que tomar la decisión de convertirse también en partido porque es el instrumento lógico en una democracia. Es un proceso natural.
P. ¿Pero no han tenido nada que ver en esa decisión los resultados electorales?
R. Es un tema que ha estado ahí, latiendo. Lo que ocurre es que no había unanimidad dentro de Nueva Izquierda para constituirse en partido. Siempre se pensaba que la idea inicial de que se disolviesen los partidos dentro de IU se terminaría por imponer. Pero eso no se ha producido. Hay que tener en cuenta, además, que las consecuencias electorales han puesto de manifiesto la certeza de los planteamientos de Nueva Izquierda. Esa certeza da más consistencia a la idea y hace que el conjunto de Nueva Izquierda vea su necesidad. Pero hay otra tercera causa. Y es que Nueva Izquierda está representando o va a representar una profunda renovación en las izquierdas. En el conjunto de las izquierdas. Incluido el PSOE. Una profunda renovación en las formas de ver el mundo, de acercarse a los jóvenes, a Europa...
P. Habla de renovación en el PSOE y en IU.
R. Para mí, eso es izquierdas. Aunque los partidos socialistas, al gobernar, hayan adoptado posiciones acomodaticias, con marchamo liberal, como la reforma laboral. Nueva Izquierda se diferencia de esas políticas. La izquierda sigue con lenguajes muy antiguos que hay que renovar. Hay un mundo de nuevas generaciones con nuevas formas de participación política que la izquierda. ignora. Y hay que renovarse hacia los nuevos espacios de comunicación, hacia la cultura, hacia Europa... La izquierda tiene que renovarse. Si no, no va a volver a gobernar en España. Éste es el planteamiento de Naeva Izquierda. Va más allá de lo coyuntural.
P. ¿Pero no teme crear otra escisión en la izquierda?
R. Nueva Izquierda es una sacudida para la izquierda. La confrontación frontal en la izquierda ha producido un PSOE acomodaticio, acrítico, y una IU en la línea rayana de la marginalidad y el aislamiento.
P. ¿Sería Nueva Izquierda un puente entre las izquierdas?
R. Puede dar lugar a ese elemento de puente. Pero no nace con esa idea, sino con la de la alternativa. Nuestra propuesta es una evolución hacia la ocupación de un espacio de renovación que tiene que entenderse con el PSOE. El puente lo debe formar el diálogo. Y eso es lo que buscamos y queremos. A todos los niveles.
P. ¿Qué peso tiene Nueva Izquierda en IU?
R. En el Consejo Federal de IU representamos un 25%. Pero lo que planteamos parece que es algo que está teniendo eco en el conjunto de IU, incluso en la mayoría. En las intervenciones del último consejo había críticas de la mayoría. Y eso que siempre hay una reacción en contra de dejar ganar a Nueva Izquierda. Pero eso lo iremos superando y nuestro campo se ampliará.
P. ¿Incluso en el PCE?
R. Hay gente que no pasaría a Nueva Izquierda, pero estaría sensible a esta nueva mayoría a la que aspiramos. En la III Asamblea de IU votamos de forma unánime, a pesar de que los textos eran muy generales, con esa idea de crear una nueva mayoría. Es verdad que eso se pudo interpretar como un signo de debilidad, pero... Luego vino la involución hacia la hegemonía del PCE, que produjo la catástrofe en IU e incluso nos ha llevado al enfrentamiento con los sindicatos.
P. ¿Qué piensa de los sindicatos?
R. Hay una cosa intocable, la autonomía sindical. Pero, además, los sindicatos van por delante de los partidos de izquierdas en renovación. El ejemplo último es el congreso de CC OO y su adaptación a los nuevos tiempos. Y creo que los partidos de izquierdas deben tener una sintonía total con los sindicatos. No debe haber relación orgánica, sino fluida.
P. ¿Qué peso tiene el PCE en IU?
R. Los militantes del PCE no son mayoría numenca.
P. ¿No?
R. No. Númericamente, no. Menos de la mitad de los militantes de IU son del PCE. Ocurre que el PCE está organizado y tiene una presencia más que proporcional en los órganos de IU. Y en el mismo grupo parlamentario. Cogiendo el reflejo del último consejo, que era una proporción de 30-60, y sin contar a Iniciativa per Catalunya, en el grupo serían 6 de Nueva Izquierda y 12 del PCE, y sin embargo, de Nueva Izquierda hay 3. Cuando hay una parte organizada y otras no, hay un predominio de la organizada. Pero yo creo que IU tiene que evolucionar hacia una nueva mayoría. No se pueden imponer las políticas con votaciones porque los ciudadanos derrotan en las urnas resoluciones de las direcciones y las asambleas.
P. ¿Hay un problema de dirigentes en IU?
R. De políticas y, por tanto, de dirigentes. Pero creo que nunca deben abordarse los problemas a través de los dirigentes porque se entra en la personalización y se acaba el debate político.
P. Ha hablado antes de abrir el. diálogo con el PSOE. ¿Pero lo cree posible con los actuales dirigentes?
R. Ha empezado ya. Cuando el PSOE vota a Pedro Antonio Ríos, de IU, para la Mesa del Congreso, e IU vota a Jordi Solé Tura. Ese es una pacto natural. Es un indicio de que la línea política tiene que cambiar. Ha cambiado ya, aunque no se quiera reconocer.
P. Es muy optimista.
R. No. Pongo un ejemplo de cómo, a la primera oportunidad, se ha cambiado la política.
P. Y, de inmediato, se anuncia que IU pedirá una comisión GAL...
R. Bueno, se anuncia. Lo que digo es que la primera votación seria pone de manifiesto que las orillas se sitúan donde tienen que estar. Eso, de entrada. Es verdad que en este nuevo Parlamento, con esta nueva situación, no tiene sentido la carta de Anguita a Felipe González. Se sitúa en un contexto en el que parece que el PP no ha ganado, en el pasado. La carta supone decir que "el enemigo sigue siendo el PSOE".
P. ¿Y el futuro?
R. Hay que crear un polo progresista porque se va a crear uno conservador del PP y los nacionalistas. De lo contrario, se obligará al PSOE a seguir buscando apoyos en CiU, a derechizarse. Por eso hay que partir de que hay discursos que no pueden continuar. Ni el de la casa común, del PSOE, ni el de las dos orillas, de IU. Frente a la teoría de la casa común hay que reconocer que hay una izquierda plural, que hay casi tres millones de votos que están ahí. La política de la izquierda que no propugne acuerdos con la izquierda beneficia a la derecha. Dicen que Nueva Izquierda es un submarino del PSOE. Los que lo dicen no quieren que la izquierda llegue al Gobierno. Ante las dos orillas hay que decir que el PSOE no es la derecha. Las políticas del PSOE, con algunas de las cuales no estoy de acuerdo, nunca las habría hecho la derecha.
P. Acuerdos, entonces, con el PSOE.
R. Pero teniendo en cuenta que no se puede ir, de la noche a la mañana, de la confrontación al acuerdo. No sería posible ni deseable un acuerdo global entre IU y PSOE. Estoy en contra. Es preferible ir preparando ese polo progresista respetando la pluralidad de cada uno a través de un pensamiento común, la renovación. El PSOE tiene que abordar una renovación para revisar sus errores y evolucionar. IU, lo mismo. Eso se logra con un diálogo no sólo parlamentario, sino, fundamentalmente, extraparlamentario.
P. ¿Cómo extraparlamentario?
R. No nacemos para dar batallitas dentro de IU. No contemplamos irnos de la coalición. Pero queremos que este partido desborde los límites de IU. Debe catalizarse en el ámbito de las cosas nuevas. Y queremos impulsar debates para que el que quiera pueda entrar en el entorno de Nueva Izquierda, lo que no significa militancia en IU, ni siquiera en Nueva Izquierda. Queremos propiciar un entorno fácil en el que se pueda debatir el futuro de la democracia, no sólo de la izquierda. Queremos articular una izquierda europea. Hay un gran debate en torno al futuro y pretendemos contribuir a él. Por eso nos dirigimos a gente que no ha entrado en la política y que quiere acercarse a ella de forma flexible.
P. Con esa idea nació IU, ¿no? ¿Cree que ha fracasado?
R. Sí. Cuando yo entré en IU, el PCE era minoría en la presidencia. La idea no era entonces la de las mayorías aritméticas, sino la del consenso. Actuando con la fuerza de las mayorías se gana todo dentro y se pierde todo fuera. Políticamente, no basta ganar por mayoría. No quiero decir que no sea legítimo imponerse con la fuerza de la mayoría. Pero, políticamente, no es suficiente.
P. El PCE ha sido la organización de IU que con mayores recelos ha visto al nuevo partido.
R. Pero el PCE no, es monolítico. Hay sectores que tienen puntos en común con nosotros. En IU se abusa de las votaciones. Y lo ideal es que no se tuviera que votar, que primara el consenso.
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