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FÚTBOL 34ª JORNADA DE LIGA

Alfonso marca la diferencia

La Real Sociedad se aleja de sus aspiraciones de estar en Europa

Alfonso pertenece a la estirpe de los Juan sin tierra, un futbolista que juega en la zona de nadie, ese lugar reservado para los cultivadores de fantasía, los que convierten el yermo en vergel. Cada balón que toca es una plantación, un cultivo de ingenio que los demás riegan o siegan según sea el caso. Al minuto 9 pilló un balón y lo convirtió en un pase de gol que el polaco Kowalczyk llevó a la red. Fue un pase diagonal hecho en el momento preciso, cuando el defensa duda entre apostar por el fuera de juego o irse al cruce. Alfonso lo ejecutó en. esa décima de segundo que ofrece la confusión mental de su oponente y el balón acabó en la red impulsado por su compañero. A la media hora, Alfonso habilitó otra vez al polaco con un pase interior pero ni él ni después Márquez gestionaron el ejercicio de inteligencia. y a cambio se lució Alberto. Ocho minutos más tarde otro cultivo de Alfonso se fue al traste por falta de sosiego del polaco.El partido había adquirido el aspecto que perseguía el Betis: un cuerpo a cuerpo defensivo y un mano a mano en el contragolpe. Para lo primero disponía de Roberto Ríos, para lo segundo se bastaba con Alfonso.

La Real vivía con apreturas. Inertes Karpin y De Pedro, la Real Sociedad apeló al tesón que suele auxiliar siempre las situaciones de urgencia. Por esa vía encontró el domicilio de Jaro y Karpin envió de espuela al poste mientras un cabezazo de Gracia lo repelió Jaro con apuros.

Pero el encuentro tenía el talante del Betis gracias al mando en plaza que ejercía José Mario en el centro del campo y la inteligencia de Alfonso. Pero no es menos cierto que el conjunto verdiblanco malgastó su autoridad y falló en la definición permitiendo no sólo la supervivencia de su oponente sino su rearme moral.

El descanso dinamizó a la Real Sociedad y dinamitó al Betis. Los donostiarras se pusieron el buzo, apretaron los dientes y metieron a su rival en el cuarto oscuro. La Real Sociedad había encontrado el argumento para su discurso. Todo consistía en que el Betis no tuviera más de tres instantes el balón en sus pies porque eso le conducía al sacrificio. Por ello, cada jugador se echó a la chepa de su rival y fue ganando terreno con un fútbol primitivo. El Betis encajó el golpe con notable desagrado y dificultad. Necesitó casi media hora para volver en sí, adecentar la mandíbula y retornar a la pelea. Cuando lo hizo, el partido recobró el nivel de enfrentamiento, es decir, reapareció Alfonso que había estado abandonado a su tierra de nadie. La inactividad la pagó cara. Un mano a mano con Alberto lo envió al cuerpo del guardameta. Fue un desenlace insospechado que contagió a sus compañeros porque dos minutos después Kowalczyk hizo lo propio tras una incursión de Cañas.

Con un fútbol básico pero correcto, sólo sobresaltado por el fundamento de Alfonso, ambos equipos malgastaron un catálogo de oportunidades quizá excesivo pero gratificante para el espectáculo. Es la ventaja de disponer de un Juan sin tierra esa estirpe que siempre tiene un recurso escondido, o de un ingeniero como José Mari con el papel siempre limpio para construir una jugada.

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