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El Barcelona sigue a la caza

La victoria en Albacete aumenta.la presión de los azulgrana sobre el liderato

Luis Gómez

El Barcelona sigue a la caza. Es su imagen de marca en la Liga dispone de crédito suficiente como para ser tenido en cuenta. La estadística le avala aunque sólo sea a efectos disuasorios entra en el tramo final del campeonato con el equipo al completo y una mayor eficacia en sus resultados. Con estos argumentos, Cruyff tiene materia prima para alimentar una campaña de propaganda: si el equipo suma los puntos necesarios, él ya se encargará de dar el tono adecuado al mensaje. El caso es que el Barcelona llegó a Albacete obligado a la victoria y consiguió su objetivo. Sin elocuencia, bien es cierto, pero dando impresión de seguridad. De aplomo. Negoció un resultado estrecho sin quedar en evidencia. Y en estas lides, es tan importante la firmeza como la oratoria.

A este Barcelona de final de trayecto le responden sus constantes vitales. Ha despejado algunas dudas por el camino y eso se aprecia en su posición sobre el campo. De algunos de sus jugadores emana sensación de seguridad. Es el caso de Guardiola, al que se la acaba de incorporar Amor. Sea que otros compañeros están donde estaban (Figo, Sergi, Nadal y Abelardo). Sea que se multiplica el número de efectivos (Jordi Cruyff y Cuéllar). El resultado es visible: el Barcelona tiene más peso específico. Resultado de todo ello es que puede moverse con estilo: el balón fluye, no hay desajustes de consideración y el equipo funciona como colectivo. Cuando se presenta alguna dificultad, alguien propone la respuesta adecuada. Salta a la vista cómo los jugadores hablan entre sí con conocimiento de causa: si uno de ellos comete un descuido, nadie encoje los hombros. A diferencia de meses atrás, el Barcelona ha conseguido dar un paso adelante decisivo: ahora maneja el tiempo del partido. No hay prisas, no hay aceleraciones, no hay nervios. La caja de cambios funciona: el equipo sabe circular con varias facilidades. Ya no se desploma ante un brusco cambio de corriente. Ahora espera su momento.

Para superar al Albacete tenía dos opciones en la mano. ir por la victoria desde el primer minuto o trabajar a medio plazo. Eligió tomárselo con calma. En sentido estricto, despreció la primera parte. Lo mejor del trabajo lo hizo en los primeros diez minutos de la segunda parte, periodo en el que disfrutó de un par de oportunidades y obtuvo el gol que buscaba. Luego, se inclinó por desempeñar un ejercicio de control en toda regla no sin los sobresaltos de rigor. Puede pensarse que el Barcelona fue excesivamente tacaño, pero los detalles del partido pasan a ser asunto de inventario. Lo esencial era sumar los tres puntos y mantener activa su posición de aspirante. Hoy sólo se hablará de los cinco puntos que le separan del Atlético.

El Albacete aceptó la propuesta del Barcelona y eso afecté al partido. En estos tiempos que corren se habla mucho del control del balón, pero ese debate resulta menos trascendente cuando uno de los dos contendientes se siente cómodo sin la pelota. Y he aquí que el Albacete es uno de esos equipos. Dispuesto en actitud defensiva, al Allbacete le interesaba más mantener sus posiciones originales que andar especulando con el balón. Toda su capacidad ofensiva descansaba en las aventuras de Riesco y Luna. Mediada la, primera parte, Luna estaba atado y bien atado. Por aquél entonces, el Barcelona aparecía sólidamente instalado sobre el césped. Era dueño del escenario.

Eso significaba que el centro del campo era propiedad de Guardiola. Guardiola ejercía de mariscal. En el eje, miraba a derecha y a izquierda y podía comprobar que los hombres estaban en su sitio. Los indicadores anunciaban normalidad. La mejor demostración de que nadie olvidaba un detalle era el partido que estaba haciendo Prosinecki. Por una vez, el croata encajaba en la maniobra. No había distorsión apreciable en sus acciones, ni el exceso de individualismo que tanto se le critica. Nada más comenzar la segunda parte, suyas fueron las dos primeras acciones de verdadero peligro. La tercera significó el gol de Óscar.

Lo suyo fue una demostración de dominio en el sentido más amplio. La última media hora fue un mero trámite en el que Busquets apenas tuvo que intervenir. Mucho diálogo superficial, pero con el Barcelona dueño de la última palabra. Se trataba de negociar correctamente un resultado corto. Sin altibajos. Con comodidad. Hubo en su trabajo mucha economía de esfuerzo, pero desde luego mucho temple. El Barcelona insiste con su candidatura a título. Argumentos no le faltan.

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