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El PP asegura que los pactos no devaluarán su "ambicioso" proyecto para España

La única certidumbre política es que pasarán unas, tres semanas antes de que los ciudadanos sepan qué clase de Gobierno puede formar el Partido Popular (PP), que espera despejar el panorama antes de la constitución del Parlamento, el día 27. El negociador del PP, Rodrigo Rato, afirmó ayer que sus reuniones con representantes de otros partidos han sido "un primer contacto para empezar las negociaciones". El Partido Popular quiere convencer a los españoles de que su proyecto para el país sigue siendo "igual de ambicioso" aunque tenga que pactarlo con los nacionalistas, según dijo Rato.

Rato ha ofrecido a Convergència i Unió (CiU), PNV y Coalición Canaria entrar en un Gobierno de coalición, como la fórmula más estable de todas las posibles, pero está a la espera de que sus interlocutores contesten.El líder del PP, José María Aznar, se entrevistará con el presidente de la Generalitat y de CiU, Jordi Pujol, en los próximos días, con toda probabilidad antes del día 27.

Rato fue preguntado ayer sobre dónde se celebraría la reunión. En el tono jocoso que mantuvo durante su comparecencia, el negociador del PP respondió que "afortunadamente, las distancias son muy cortas en España". Y, en una alusión genérica a los partidos con los que negocia, añadió que el encuentro podría ser, además de en Madrid, en Barcelona (CIU), Bilbao (PNV), Tenerife (Coalición Canaria) y Valencia (Unión Valenciana).

En paralelo a las negociaciones con las fuerzas políticas, los dirigentes del PP tienen una importante tarea externa: convencer a la opinión pública de que gobernar en compañía de otros no es intrínsecamente malo, como este partido ha hecho creer durante los tres últimos años en relación al PSOE y a CiU. Quizá el clima de opinión cambie en poco tiempo, a la vista del interés del resto de las fuerzas políticas en repetir la misma idea.

Rodrigo Rato empezó a trabajar ayer en esa línea: "Nuestro proyecto sigue siendo igualmente ambicioso para España, y no se menoscaba la democracia porque haya que contar con apoyos variados". A continuación aconsejó a los ciudadanos que se vayan acostumbrando a este tipo de prácticas, como ocurre en casi toda Europa, donde la coalición de gobierno es casi la norma general. "Ya desde 1989 viene pasando" en España, dijo el dirigente popular.

Con habilidad dialéctica, Rato se las ingenió para no desvelar nada relevante de lo tratado durante los dos últimos días con sus interlocutores de CiU, PSOE, Coalición Canaria y PNV, ni aventurar su opinión sobre el final de este proceso. Repitió una serie de buenos deseos basados en la necesidad de que el próximo Gobierno, presidido por Aznar -lo que ningún partido ha puesto en entredicho-, goce de la máxima estabilidad. Diálogo, acuerdo, pacto, pluralismo, fueron los términos más repetidos por Rato.

Los epígrafes de sus propuestas son perfectamente aceptables por todas las fuerzas, incluido el PSOE. Otra cosa es qué entiende cada una cuando se concreten. Defensa del Estado de bienestar, desarrollo autonómico, lucha contra el terrorismo, colocación de España en el grupo de cabeza de la Unión Europa y cambio en la financiación autonómica. Rato ha dicho lo mismo a todos, si bien con el portavoz del PNV, Iñaki Anasagasti, ha hablado también de los GAL y de ETA.

Antes de formar Gobierno, lo que corre prisa es la formación de las Mesas del Congreso y del Senado. Sobre ello hablaron Rato y el portavoz socialista, Joaquín Almunia, ya que el primero, obviamente, no invitó al PSOE a formar parte de un Gobierno del PP. En esta materia habrá acuerdo: el PSOE, como ya hizo en la anterior legislatura, y el PP cederán alguno de los sillones que les corresponden en aras de que todos los grupos estén representados.

El ministro de la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, casi a la misma hora en que hablaba Rato, insistía en que debe formar Gobierno el partido con más escaños; es decir, el PP. "No vamos a poner obstáculos", aseguró Pérez Rubalcaba, para precisar que corresponde al ganador buscar apoyos. Esto es, que no se pida al PSOE que vote a favor de la investidura. No obstante, los socialistas soportarán una fuerte presión de Pujol para que, al menos, se abstengan.

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