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Dos 'talgos' y un destino

427 pasajeros pasan la noche a 1.000 metros de altura retenidos por un alud de nieve

Nunca Santander estuvo tan lejos para los 427 viajeros que el pasado miércoles subían a sendos trenes Talgo en Alicante y Madrid. Poco antes de llegar a la cumbre de Pozazal (1.275 metros), en la cima que separa la meseta de Cantabria y a una hora del fin de trayecto, los trenes se pararon. El de Madrid, que había arrancado de Mataporquera hacia Reinosa, no alcanzó la mitad del camino; el de Alicante, que venía detrás, ni siquiera se movió de la estación. A las diez y media de la noche, el primero retrocedió hasta Mataporquera, donde se reunieron los dos convoyes a la espera de cómo Renfe les sacaba del atolladero.Cuatro horas después, Protección Civil de Cantabria apostaba por desalojar a los pasajeros y trasladarlos por carretera, pero la Guardia Civil, que estos días está sacando de apuros a muchas poblaciones aisladas por la nieve, desechó la idea por inviable. Una noche cerrada, una pequeña población -Mataporquera- aislada por la tempestad, nieve hasta la mitad de las ventanillas.

Una pala proporcionada por una cementera se abrió paso en la nieve para llevar a los viajeros un refrigerio frugal. La tanqueta de la Guardia Civil cooperaba en el traslado de avituallamientos desde el pequeño hostal local. Algunos pasajeros se quejarían luego a Radio Nacional de que "a través de la loncha de queso se podía ver Pamplona". Una mujer embarazada es reconocida por dos médicos y es trasladada hacia Aguilar de Campoo, de donde- procedía. Resuelta precariamente la intendencia, los responsables deciden esperar al alba para intentar retroceder los 22 vagones hasta Palencia y bordear la cordillera por Bilbao.

Al filo de las dos y media de la tarde de ayer volvían a Palencia, casi 24 horas después de su partida. En la estación palentina, una parada técnica de poco más de media hora para reponer los servicios, las fuerzas y enviar mensajes a las familias mediante teléfonos móviles fácilitados por Telefónica a requerimiento del Gobierno Civil.

La mayoría de los viajeros critican a Renfe, mientras empleados de la compañía llegados expresamente a Palencia para atenderlos tratan de convencerles, infructuosamente en algunos casos, de que contra los elementos nada se puede hacer. Una explicación que no convencía a Juan Ramón, profesor de la Universidad Autónoma de México, que se dirigía a Santander para pronunciar tina conferencia, para quien "la improvisación no es una causa natural; dos trenes no puedan permanecer bloqueados casi 24 horas en un país que se dice del Primer Mundo". Otros no entendían que se hubiera permitido al segundo convoy llegar hasta Mataporquera cuando ya el primero estaba bloqueado o no se les hubiera facilitado información sobre lo que estaba sucediendo y las distintas alternativas para solucionarlo.

Clementina, una palentina que 24 horas antes había subido al Talgo en ese mismo lugar, se apresura a manifestar que "Renfe ha hecho lo que ha podido, y los empleados se han portado maravillosamente", valoración, por lo que al esfuerzo de los trabajadores se refiere, compartida por todos los afectados.

Los peores momentos de la noche se vivieron cuando el tren de Madrid quedó bloqueado en el puerto del Pozazal. Marta, una joven madrileña que había iniciado su viaje 29 horas antes, sintió pavor "cuando nos vimos prácticamente sepultados por la nieve en una especie de uve blanca, nada más salir de la estación". Con más dramatismo, otra compañera de vagón confesaba que se había acordado de la tragedia del avión accidentado hace años en los Andes, cuyos supervivientes salieron del paso comiéndose a los muertos.

Un grupo de universitarios de Santander aprovecharon la noche para improvisar canciones jocosas sobre lo que les estaba sucediendo. El buen humor estaba. justificado al menos para uno de ellos, que confesaba sonriente haberse perdido un examen de Matemáticas "que no tenía preparado".

Los jubilados que habitualmente huyen del frío invernal palentino refugiados en el vestíbulo de la estación como improvisada solana para la tertulia retrasaban su vuelta a casa ante lo extraordinario de la ocasión. Los dos trenes, en un único convoy, emprendían viaje hacia un destino que los viajeros alcanzarían 24 horas después de lo previsto, tras ser transbordados en Bilbao a 50 autocares.

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