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Extranjeros por un día

El partido contra el Real Madrid reactivó al Barça como equipo y rehabilitó a sus extranjeros. Especialmente cuestionados en el último trimestre (no marcaban desde el 16 de diciembre, cuando Popescu batió al Sporting), resultaron decisivos el día en que más les necesitaba el equipo. Quizá, aunque fuera por una vez, jugaron sabiendo cuál era su tarea. No tiene aún el equipo un programa de juego o una estructura. Es un grupo coyuntural. Kodro. El bosnio se ha ganado un margen de confianza. Los dos tantos contra el Real Madrid le protegen, momentáneamente, del instinto depredador que Cruyff tuvo siempre con los delanteros centros. Romario fue el único que vivió por encima del bien y del mal. Lineker y Salinas, por no contar a Escaich, estuvieron siempre embargados por la duda. Le gusta más al bosnio arrancar desde atrás que acudir al primer palo como le exige Cruyff. Es un futbolista que no tiene una arrancada explosiva, pero sí sabe acelerar y pegarle bien al cuero y, por encima de todo, cuando está en movimiento posee unos cambios de dirección muy inteligentes. Desprecia permanecer estático y triunfó en la Real por su capacidad para explotar los espacios. Frente al Madrid recuperó su sitio en el campo, su fútbol y su olfato de gol. Figo. Nunca fue un extremo, un 7 o un 11 en la terminología de Cruyff, sino que gustó de jugar como un 8, porque su regate tiene salida a derecha y a izquierda. Jugando en un flanco, es más previsible: sólo puede desbordar por un costado y al zaguero le coge el truco a las primeras de cambio. Frente al Madrid actuó más como interior que como extremo y se reencontró incluso con el gol (suma cuatro) cuando no marcaba desde octubre. Llamado a cubrir el vacío que dejó Laudrup, su fútbol exige jugar de media punta, aunque nunca ha sido un jugador que defina, sino que prefiere elaborar la jugada. No está llamado, en cualquier caso, a cubrir el hueco que dejó vacante Goikoetxea y que todavía hoy no ha encontrado un sustituto solvente. Por esa banda derecha han pasado sin éxito Eskurza, José Mari y Kornelev. Popescu. Es un libre por naturaleza o un 4 defensivo, porque tiene buena capacidad de observación y salida, pero no es un centrocampista. Cuando se le saca de la cueva del libero pierde categoría y su incidencia en el juego es escasa. La escasa alternativa, en estas ocasiones, es encomendarle una tarea muy concreta, como ocurrió ante el Madrid: secar a Laudrup. El rumano anuló al danés, pero la capacidad de Laudrup para llevarse a Popescu a los márgenes del campo dejó a los medios azulgrana en inferioridad. Prosinecki. No se

suelta. Llegó para dirigir al grupo y ahora se encuentra instalado en una banda del campo: funciona por la derecha, pero se atasca en la izquierda. Es capaz de salirse o esconderse. Lleva el mismo camino de Hagi. O deciden o no colaboran en nada.

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