La Real Sociedad aprovecha los fallos del Sevilla

El tercer proyecto sevillista se inició ayer en Anoeta con los mismos errores detectados en la maquinaria. La sala de máquinas no funciona y el tren circula ranqueando, tanto así que a la mínima dificultad descarrila. A la Real le bastó esperar, y en una jugada a balón parado, con todo el Sevilla metido en su área, dos futbolistas blanquiazules decidieron a solas quién marcaba el gol. Lo hizo Craioveanu, de bolea y en el área pequeña. La indolencia defensiva del Sevilla resultó casi infantil.En realidad, la primera mitad se construyó a raíz de los fallos originados por un terreno demasiado duro. Falló Pikabea en el minuto 22 y Moya solo frente a Alberto cruzó en exceso. Falló Prieto más adelante y Monchi despejó como pudo el remate a bocajarro de De Paula. Tuvo que fallar el Sevilla entero para que llegara el gol.

La Real jugó a placer durante un buen rato, dominando cada parcela, el balón y el tiempo de juego. En realidad disfrutaba sin cansancio, fruto de una manifiesta superioridad. La presencia de Suker, tantas veces temida, resultaba ayer puramente testimonial. El croata fue siempre un futbolista abúlico perfectamente alejado del balón y del tránsito de cada jugada. Su única misión radicó en la ejecución de faltas y sólo tuvo una a su medida.