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El Leganés pierde gas.

Segundo examen negativo del conjunto madrileño, esta vez ante el Logroñés.

El trepidante tren de Liga, con partidos de fin de semana y miércoles, impulsan a los equipos a la corona o a la abdicación de los puestos de ascenso, en menos de 72 horas. Ayer, el Logroñés, en espera de lo que ocurra en la jornada de hoy, se atavió con el traje de aspirante tras el triunfo que obtuvo ante el Leganés, rival en los puestos calientes de la clasificación, y sumó así la sexta victoria consecutiva en Las Gaunas. Para sumarse al líder, el Hércules, a los riojanos les falta afianzarse lejos de Logroño.De momento, en casa les funciona a los rojiblancos a la perfección el factor desequilibrio, Markovic, y el desmarque del pichichi de la Segunda División, Manel. En la retina del público quedó el primer gol, en una combinación al primer toque Loreto- Markovic, que finalizó a placer el ariete riojano en el segundo palo. Esa jugada resumió la auto suficiencia que aplica el Logroñés en su estadio para doblegar a los rivales. Sabe tener paciencia, con un movimiento de balón rápido, para lanzarlo a los espacios vacíos que ocupan los puntas.

Tras el gol, el Leganés buscó la portería contraria, invitado por el Logroñés, que le cedió los metros necesarios para contraatacar, y algunas ocasiones tuvo (la más clara fue la de Rodri en la primera parte que mandó fuera). Pero las mejores cayeron del bando local. En la primera, Loreto no acertó solo ante Emilio, pero en la segunda, de nuevo Manel pisó área. El resultado fue un penalti por el cual el colegiado debió expulsar al defensor madrileño David.

La imagen del Logroñés en Las Gaunas es la de un equipo técnico que. une a esa cualidad la presión. Además, jugadores hasta ahora cuestionados por la afición han ido a más. Gudelj y Marín, en este sentido, se han convertido en dos buenos carrileros. Especialmente el primero que sustituye al lesionado Estéfano.

El Leganés nunca supo encontrar el norte a un partido donde la superioridad de los riojanos se extendió 90 minutos.

En la segunda parte, el equipo madrileño incrementó su papel de víctima al adelantar sus líneas, con la entrada de Gustavo y Valdivia. Desde entonces, el partido se difuminó en una espera del pitido final del encuentro, que coincidió con el gol de Melgar conseguido de libre directo.

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