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Tribuna
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La pasta de Aznar

José María Aznar es un candidato a prueba de bomba. Cuando Felipe González dice de su contrincante que carece de experiencia se equivoca. El aspirante lleva ya 18 años de mili, aunque se librara de hacer el servicio militar. Pertenece al cuerpo de Inspectores Fiscales, ha gobernado la autonomía de Castilla-León, con sede en Valladolid, y su trabajo en la presidencia del PP ofrece resultados tan deslumbrantes como los del pasado congreso. Los críticos de siempre, los eternos descontentos, han querido subrayar su déficit de liderazgo. Una y otra vez han argumentado que mientras González era un valor añadido al PSOE, Aznar resultaba menos valorado que su partido. Entonces, los ingenieros de la comunicación se sintieron emplazados para colmar esa carencia.Como se ha escrito en el semanario El economista, el Partido Popular acaba de celebrar el congreso del júbilo por adelantado. Los congresistas, los militantes, los invitados, los afines, las azafatas minifalderas, los buscadores de un nuevo acomodo, todos estaban inundados de presagios de triunfo, transidos de euforia, restallantes de unanimidades, con el patriotismo de partido a rebosar. Los voluntarios decididos a allanar los caminos del líder José María Aznar elevaron de tal modo la temperatura ambiente que evaporaron las observaciones críticas. Pisar el espacio de las objeciones, por muy dulces y constructivas que fueran, hubiera equivalido a presentarse vistiendo la camiseta del rencor, consecuencia de la postergación personal. Un efectivo exorcismo eliminó de aquella sala los demonios de la disidencia, a cuya cuenta se pusieron las flojedades y decadencias de otras ocasiones. Los oradores se sucedían en el podio, verdadera escala de Jacob hasta el cielo del poder, para dar cuenta de sus informes o sus ponencias, pero las ovaciones quedaban reservadas a las menciones de Jose Mari. Un verdadero torneo quedó establecido para dar con el mejor de los elogios al líder, para glorificarlo, para ensalzarlo, rindiendo la voluntad y el intelecto ante el que todo ha de disponer el día de la cercana victoria. Así que los socialistas criticaron el póster de Suárez frente al que habían perdido en el 77, y sobre todo en el 79, hasta que por fin en el 82 consiguieron disputar las elecciones a otro candidato. Siempre cultivaron a Fraga -elogiando que le cupiera el Estado en la cabeza- y consideraron Alianza Popular como el mejor adversario. El ejemplo cundió y los populares se han afanado por invalidar el póster de González -que hartas facilidades ha dado para ello- y han elegido a Anguita -con su camisita de PCE y su canesú del sorpasso-, como la mejor alternativa para asegurarse larga vida en un Gobierno que intuyen inminente.

Clamaban los socialistas que faltaba una alternativa. Tuvieron alternativa. Vinieron después con la copla de que Aznar era poco líder. El Congreso clausurado el domingo ha dado a Aznar todos los atributos del liderazgo indiscutido entre sus gentes. Ahora queda mucha campaña electoral por recorrer, pero será fundamental que todos los contendientes sepan encajar el resultado, cualquiera que sea su coincidencia o discrepancia con los pronósticos adelantados. Para empezar, en esta ocasión todos los electores comparecerán ante las urnas en plena libertad, sin sombra alguna de voto en cautividad. Pensionistas, jubilados, viudas, inválidos, parados, beneficiarios del PER (Plan de Empleo Rural), viajeros del Inserso, poseedores del bonobús de la tercera edad y demás asimilados, cuyas papeletas hasta el 93 eran consideradas tergiversadoras de los resultados esperados de un voto libre, han sido declarados sus predilectos por Aznar en la intervención con la que ha clausurado su congreso. En adelante deben saber que el PP se declara comprometido a mantener su poder adquisitivo, sin réplica de Abc.

Pero las vísperas de estos días han tenido también un componente tóxico. La adulación prolongada y sin límites suele producir estragos. Sus respuestas ayer en la SER permitieron comprobarlo. Pero ¿qué quedaría de muchos de nosotros si hubiéramos sido sometidos a la prueba ¿le unas jornadas como las que acaba de vivir José María Aznar en el palacio de Municipal de Congresos de Madrid? Esperemos que Aznar esté hecho de otra pasta y que acierte a contener al coro de sus más crecidos entusiastas, capaces de hacer inaudibles las palabras de Alberto Ruiz Gallardón señalando que "el Partido Popular no llegará al gobierno de España como si fuese una conquista, sino con ánimo de gobernar para todos los españoles". Así sea, si acaso.

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