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Tribuna
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Ser o no ser (previsible)

Una de las cualidades que debe acompañar siempre a un buen jugador es su capacidad para engañar al adversario. Lo que ha hecho grande a gente como Jordan o Magic es saber que con el balón en las manos, cualquier cosa podía ocurrir. ¿Qué diferencia a los grandes jugadores salidos de la ex Yugoslavia del resto? Son mucho más imprevisibles. Primera condición, imprescindible para ser imprevisible es el dominio de diferentes artes del juego, sobre todo las tres fundamentales: bote, pase y tiro. Segunda, y tan importante como la anterior, tener el criterio y confianza suficientes para hacer un buen uso de ellas.Uno de los aspectos más importantes que justifican resultados como el del pasado jueves entre el Madrid y el Barcelona radica en que mientras el equipo madridista no supo ni pudo salirse del guión establecido, los de Aito mostraron una gran variedad de recursos. Del Madrid actual sabes perfectamente de dónde te viene el peligro y en dónde puedes sacarle ventaja. Quién la va a meter, quién seguramente no, y quién ni siquiera va a llegar a mirar al aro. Los que defienden y a los que se les puede llevar al huerto. Todo con nombres y apellidos. Y no sólo eso, sino que hay un 99% de posibilidades de que pase lo que pase durante el partido, esto seguirá siendo así. Del Barcelona, no lo tienes tan seguro. El peligro del Barça no tiene nombres, apellidos y caminos tan evidentes. Siempre estará Karnishovas, pero existen un par de Galileas muy dispares, tres Fernández, diferentes Jiménez o cualquier Goodfread. Unos días machacan por fuera y otros por dentro. Pueden ganar por su esfuerzo defensivo y, al día siguiente, por su acierto ofensivo.

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Cuando eres un jugador previsible, sólo te queda el remedio de ser casi perfecto, es decir, que se sepa lo que vas a hacer, cómo, cuándo y de qué forma lo vas a realizar, y aun así, sea imposible evitarlo. Pero para ello hay que llegar a poseer un arma hipersofisticada como el gancho (sky-hook) de Kareem Abdul Jabbar, máximo exponente de cómo se puede estar haciendo durante 20 años el mismo previsible movimiento, y ser el mejor entre los mejores.

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