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Unicaja pierde a la ruleta rusa

El CSKA cambia de estrategia y vence a los andaluces bajo el aro

Unicaja perdió jugando a la ruleta rusa. El CSKA desactivó los planes de Imbroda limitando su tendencia a salir del perímetro. Es decir, los andaluces cayeron ante un equipo que cambió su laboratorio sobre la marcha modificó la estrategia de tiro exterior por la ventaja bajo los tableros. Consiguió imponer su dominio en el terreno aparentemente más ventajoso para los andaluces. Imbroda trató de llevar el partido a su terreno. Concentró la estrategia en vaciar la línea exterior de lanzadores, pero le salió al revés. Los rusos, invencibles en su cancha, tiraron de recurso. El CSKA ganó debajo del aro andaluz, allí donde la fuerza de Miller debía patentar el modelo más útil para la sorpresa.El Unicaja se atascó entre indecisiones. Sin Ansley en la escena desde el principio, el equipo malagueño. tuvo un grave. problema, de indigestión: nunca atina modificar su juego en función del soprendente reciclaje ruso. Nacho Rodíguez y Ávalos cumplieron la primera tarea: asfixiar a los tiradores. Pero en la zona, Unicaja perdió la brújula. Entre Kisurine y Karasev torpedearon la canasta andaluza buscando una distancia intermedia, letal a la postre. Y, como sus muñecas funcionaron, el marcador se fue ensanchando de golpe. El 8-0 inicial no resultó ser un problema. Aún no había perspectiva temporal para conocer el cruel desenlace. Porque tal y como agarraron los rusos ese parcial coyuntural se fueron sucediendo, después, casi todas, las separaciones en el tanteo.

Ansley apareció. Su concurso inicial fue esperanzador. Anotó tres canastas consecutivas partiendo por la mitad la zona que antes habían defendido con más garantías los moscovitas. Ansley sería el salvador. Pero el norteamericano se fundió. Entró en crisis y desapareció. Sólo un triple a la desesperada aseó su escueta estadística en la segunda parte. Karasev fue la peor pesadilla de Unicaja. Siempre iniciaba la jugada con amagos desde ocho metros. Pero, tras desprenderse del balón, volvía a parecer como por arte de magia a tres metros del tablero. Nunca fue detenido. Su tarjeta de visita dejó 21 puntos de brecha en el aro enemigo. Sólo Ávalos mantuvo algún suspense. Fue en los albores de la segunda parte. Dos triples seguidos apretaron el marcador (46-36) y avivaron la agresividad de todo el equipo. Parecía que el verdadero Unicaja por fin estaba al otro lado. Pero sucedió lo inesperado: regresó la cruel, defensa interior del CSKA y, otra vez, los mismos problemas de indigestión.

El equipo andaluz terminó desquiciado, perdiendo balones en situaciones de transición sencilla. A la contra, los rusos dinamitaron el partido rompiendo el aparente equilibrio con tres canastas de golpe que pusieron el eléctrónico en 73-52. A partir de ahí, coser y cantar. Vuelven las incógnitas en la Liga Europea. Unicaja pende de un hilo al borde la de la clasificación para los cuartos de final. La visita al Universal Sport Hall no se había descontado como un asalto imposible, a pesar de la leyenda del escenario. Los rusos aprendieron mucho del partido que perdieron en el pabellón Ciudad Jardín. La receta que los derrumbó en Málaga falló ayer en Moscú.

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