Un preso asegura haber visto cómo mataban a Susana Ruiz
El caso de Susana Ruiz -la chica de 16 años cuyo cadáver fue hallado en 1993 semienterrado, en un descampado de San Blas- sigue deparando sorpresas. Por fin, ayer, y tras un año de búsqueda, el ex rapado José Alberto Zamorano Orellana -autor de una grabación en la que vincula la muerte de Susana con la tribu urbana Bases Autónomas- compareció ante la juez Ana Ferrer. Pero no quiso contestar a las preguntas que le formularon la juez, el fiscal y el abogado de la familia de Susana. Mientras, desde la cárcel de Guadalajara llegaba una novedad. Un recluso de esa prisión había comunicado al director del centro penitenciario que él sabía algo de esta muerte. Concretamente, que había visto cómo unos individuos mataban a la muchacha.La juez Ferrer -instructora también del caso Roldán- reaccionó con celeridad y ha citado para el lunes al supuesto testigo, cuyas iniciales son A. M.P.
Hermenegildo Pérez Bolaños, abogado de la familia de Susana, indicó ayer (tras el infructuoso interrogatorio del rapado) que el testimonio del preso de Guadalajara implica "una nueva e importante baza" para, "de una vez por todas", aclarar la muerte de esta chica. Pérez Bolaños fue informado ayer mismo por el juzgado de este nuevo y sorprendente testimonio. El preso se hallaba en libertad, según ha comprobado el juzgado, en la época en que murió Susana (enero de 1993). Pérez Bolaños sostiene que Susana fue asesinada, en contra del criterio de la policía, que, atribuye el fallecimiento a causas naturales. Según los informes policiales, Susana tenía las bragas bajadas porque probablemente se había detenido en el descampado a hacer sus necesidades, y si estaba enterrada fue porque cubrieron su cuerpo los escombros de algún camión que efectuaba vertidos ilegales en la zona.
Sin embargo, dos datos siguen sin encajar: por qué el cadáver mostraba un diente roto por avulsión (de dentro hacia afuera) -dato que figuró en la autopsia y que no se hizo público- y por qué el ex rapado Orellana conocía esa circunstancia, reflejada en la grabación que dejó al huir.
"El testimonio del preso de Guadalajara viene a confirmar nuestras pesquisas", destacó Pérez Bolaños. "Si mintiese, cosa que no creo, se arriesgaría a que le acusasen de falso testimonio, y ello puede empeorar su situación carcelaria".
El interrogatorio de Orellana resultó ayer un diálogo de sordos. El ex rapado, de 22 años, tuteó a la juez, miraba hacia la ventana cuando se dirigían a él sus interlocutores y respondió con diversas impertinencias. "¿De qué tiene usted miedo?", le preguntaron. Y respondió: "Del coco". También aseguró haberse enterado por Telemadrid de la rotura del diente. Directivos de los servicios informativos de esta cadena señalaron ayer que ese dato no fue difundido por Telemadrid antes de que se conociera que figuraba en la grabación. PASA A LA PÁGINA 3
Desilusión
Ángel Ruiz: "No pueden impedirnos hacerle otra autopsia; el cuerpo es nuestro, no del Estado"
Ángel Ruiz, el padre de Susana, no acierta a comprender la negativa de la magistrada: "¿Por qué se nos sigue negando la posibilidad de hacerle una nueva autopsia que permita aclarar de una vez por todas lo sucedido con mi hija?", se pregunta el padre de Susasa; "máxime cuando todos los gastos los sufragaríamos nosotros. El cuerpo de nuestra hija es nuestro, y ni el Gobierno ni el Estado nos pueden prohibir hacerle una nueva autopsia", apostilló. La Audiencia de Madrid, el órgano que decidió reabrir el sumario de Susana al conocer la existencia de la grabación, estudiará en breve un recurso de la familia de Susana en el que se le pide que autorice la exhumación del cadáver.Ángel Ruiz, acompañado de su esposa, acudió ayer a la plaza de Castilla para seguir de cerca el testimonio del rapado Orellana, autor de la grabación que propició la reapertura del caso de Susana cuando éste ya había sido archivado. Ruiz se llevó una desilusión al ser informado de que el rapado se había negado a contestar a las preguntas del juez, el fiscal y el abogado de la acusación.
Orellana, que había sido citado en cinco ocasiones por la juez para preguntarle sobre la grabación (pero no acudió a ninguno de los requerimientos), llegó por fin ayer al juzgado. Pero lo hizo esposado y custodiado por varios policías. Había, sido detenido el miércoles por la mañana en la urbanización Intergolf, de La Moraleja, tras amenazar a unos guardas jurados de la zona porque no le dejaban visitar a los padres de Anabel Segura, la chica secuestrada y asesinadas en 1992. Orellana indicó a los guardias que quería hablar de un asunto importante con la familia Segura. No lo consiguió.
Un juzgado de Alcobendas, donde reside la familia del rapado, ordenó a los agentes que le detuviesen para interrogarle sobre un presunto delito de denegación de auxilio a la justicia; consecuencia éste de sus cinco negativas a comparecer ante la juez Ferrer. Así pues, sobre las nueve de la mañana testificó ante el juzgado de Alcobendas, y luego, hacia las doce, en el de la juez Ferrer -el número 16, de Madrid-, ya en la plaza de Castilla.
Según fuentes que asistieron al acto, Orellana no sólo se negó a contestar a la preguntas de Ferrer, sino que empleó un tono "arrogante y chulesco". Al ver la actitud del rapado, la juez Ferrer pidió a los agentes que entrasen a su despacho para vigilarle de cerca. "Tuteaba a todos los presentes, y, ante las preguntas, decía frases como, 'poner ahí lo que queráis". El fiscal, ante el cúmulo de groserías e irreverencias, llegó a advertirle que podía incurrir en un delito de desacato. No obstante, la juez Ferrer dio por concluido el interrogatorio y decidió dejarle en libertad.
La delegada del Gobierno en Madrid, Pilar Lledó, calificó ayer de "dudoso", el contenido de la cinta que Orellana dejó grabada antes de huir de su casa de Alcobendas, en noviembre de 1994. A su juicio, el rapado sufre "una debilidad mental". En términos similares se expresó ayer el jefe superior de Policía de Madrid, Carlos Corrales.
Orellana grabó la cinta, con el aviso de que fuese entregada a la policía si a él le ocurría algo, y se marchó de casa porque, según él, sus antiguos amigos de la tribu urbana Bases Autónomas le habían amenazado de muerte porque "sabía demasiado" sobre varios crímenes irresueltos cometidos en Madrid; entre ellos, el de Susasa Ruiz.
El interrogatorio del preso de Guadalajara que asegura que vio matar a Susana, previsto para el lunes, puede dar un nuevo vuelco a este caso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.