Los candidatos
Echo un vistazo a la lista de los serán primeros candidatos de mi provincia, de mi barcelonesa provincia: se trata de un auténtico repóquer de ases, gente toda ella muy preparada para subsanar la principal herida de la política contemporánea, vacía de ideas y, por tanto, en la perenne expectativa de un hombre. Confieso que estoy emprendiendo gestiones muy activas para ver si puedo votar a los cinco. Mis noticias indican un regocijo semejante en las otras provincias: renovación, imaginación, talento oral y escrito... Estamos ante una auténtica generación. Un nuevo 98. Muy dedicado desde niño a la observación y estudio de la rareza, me sorprendió siempre que los políticos diseñadores y própagandistas del pesamiento único, de la flexibilidad la boral, de la omnipotencia del mercado, del fin de la ultraprotección social, los, políticos cantores de la imposibilidad de asegurar jubilación sin reforma, es decir, sin rebaja, no aplicaran a sí mismos beneficios semejantes. Me sorprendió que la clase política española se pareciera antes a un escaparate soviético que a un comercio milanés de la Vía Madonnina; que sus viejitos disfrutaran de una crepuscular marbella en los asientos del Senado -un reducto, por cierto, donde la optimización de los recursos es característica-, en los asientos de ignotas presidencias parlamentarias o en los sillones de, muchos consejos administradores; o que a su lenguaje, sus actitudes o a su eficacia no se le aplicara, en fin, el mismo criterio que a los escritores, los futbolistas o al tornero ajustador. Pero como tantas otras veces, no ha lugar a mi sorpresa: como hubiera dicho el viejo Pangloss, los políticos que existen son los mejores políticos que pueden existir. ¿A qué pues, aplicarles el destino precario, la vacilación que rige la vida de los hombres? Se merecen un cheque en blanco.
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