El Atlético agranda su dominio
El Salamanca puso a los rojiblancos en más aprietos de lo que dice el resultado
El Atlético acabó bien, pero lo pasó mal. Agrandó su dominio en la Liga, aunque sin enseñar el juego luminoso con el que despidió el 95. Con más sudor de la cuenta y sin demasiado brillo, el grupo de Antic salió de Salamanca cargado de puntos. Más que por juego, ganó por autoridad, por galones. En sus sesiones de ataqué más nubladas siempre le queda algún jugador de jerarquía al que recurrir; en sus actuaciones defensivas más débiles aún conserva un canal por el que sobrevivir. Así, ayer, el Atlético no sólo aguantó con vida una jornada difícil, sino que salió de El Helmántico como si de un valneario se tratase, con la salud muy mejorada. Más líder.El Salamanca abrió el choque con su juego vencido hacia la izquierda, la derecha del Atlético. Y por allí logró dedicarle al bando rojiblanco una salida llena de sobresaltos. Por allí corrió un huracán llamado Vellisca, un extremo de toda la vida, zurdo cerrado, que tuvo a bien amargarle la noche a Geli. Armado de una velocidad fuera de lo corriente, Vellisca dibujó cuatro o cinco arrancadas que pusieron un nudo en la garganta del líder, precisamente el equipo en el que inició su carrera. Todas, eso sí, se encontraron con Molina, el mejor de los madrileños.
Su banda derecha, la izquierda del Salamanca, fue el peor enemigo del Atlético. A los problemas que acumulaba Geli, y luego Tomás, con Vellisca, se sumaba Caminero, quien, unos metros por delante, arrancaba con una de esas misteriosas actuaciones en las que casi todo le sale mal. No tira bien el primer pase, falla el primer regate, recibe la primera tarjeta infantil... Y Caminero, repentinamente, salta fuera del partido. Junta error tras error cuando tiene el balón y, lo que es peor, convierte cualquier intento por recuperarlo cuando no lo tiene en la antesala de su expulsión. Pudo mandarle a la ducha Carmona Méndez, de hecho, pero le perdonó.
Antic trató de devolver a Caminero al partido corrigiendo su posición. Primero lo intentó haciéndole permutar posiciones con Pantic y luego, ya en la segunda parte, situándole por la izquierda, con Simeone en la banda derecha tapando agujeros. El esfuerzo del técnico serbio dio finalmente sus frutos. Apareció el mejor Caminero posible en el momento justo, para abrir el triunfo. Para ganar el partido.
Antes del gol de Caminero, el Atlético lo pasó mal. Completó un primer tiempo espeso, muy frío. La temperatura la ponía el Salamanca, que estrenó el año con más ganas y ardor que los rojiblancos. Saltó a El Helmántico con la lección aprendida, con todos los espacios que concede el modelo de Antic bien memorizados. El Atlético, desprovisto del cuerpo de líder con el dejó el 95, sobrevivió en esa fase por Molina. De lo demás, de la gama de recursos que le alzaron a lo más alto de la tabla, sólo conservaba algunos destellos de Kiko.
La segunda parte trajo los mejores momentos del Atlético. Ganó el mando durante unos minutos, el tiempo suficiente para empapelar el partido. Llegó el gesto de Caminero y le sucedió un penalti discutido que Penev transformó en gol. Todo parecía resuelto, pero no.
Al Atlético le tocó sufrir lo suyo aún. El Salamanca se levantó del golpe, del 2-0, e insistió en disfrazar la mejor defensa de la Liga en algo vulnerable. Reapareció por el césped ese huracán, llamado Vellisca para arrojar incertidumbre a la cita. Soportó el Atlético un asedio sobre su puerta hasta el final, pero salió vivo, con los tres puntos en el equipaje y su trono de líder intacto.
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