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BALONCESTO> LIGA EUROPEA

Milagro en dos minutos

Los triples de Antúnez y Laso salvaron al Madrid ante el Buckler

Luis Gómez

, El Real Madrid sigue vivo. A costa, naturalmente, de sufrir un calvario en cada partido. No hay otro remedio momentáneo mientras no solucione el problema que tiene cuando se pasea por Europa: le falta un tirador. Es un hecho indiscutible. En otras circunstancias, ayer habría disfrutado de una agradable velada.

Un par de minutos de euforia colectiva, acaso un espejismo breve, resultó ser la clave del partido. De acuerdo que el Madrid trabajó una defensa eficaz, donde sentó las bases de su victoria. Por supuesto que la vigilancia sobre Komazec fue un éxito -tardó nueve minutos en hacer una canasta- Incluso Arlauckas y Savic pudieron hacer su juego. Pero ciertos mandamientos del baloncesto son inflexibles a la hora de dictar sentencia sobre lo que te puede pasar si careces de un tirador de media distancia. El Madrid caminaba hacia el infierno aunque aparentemente dominará el partido.

Sucedió, entonces, que Laso y sobre todo Antúnez sufrieron una trasmutación inopinada mediada la segunda parte. Decidieron, vaya usted a saber porqué, probar suerte como tiradores. Y de su eficacia nacieron tres triples casi consecutivos que colocaron al Madrid con un marcador esperanzador (64-54 a falta de ocho minutos). Cómo sucedió aquéllo queda para secreto de inventario, pero de tan extraña acción resultó la victoria.Anótese que, entre ese par de minutos milagrosos y el final del partido mediaron no más de diez tantos, cuatro de ellos producto de tiros libres, lo cual explica la angustia productiva que vivió el Madrid, víctima de una coyuntura irremediable: los tiradores no se inventan de un día para otro, se tienen o no se tienen.

El trance final fue un nuevo suplicio, aliviado en buena parte por el poco sustento que, en realidad, tenía el Buckler en su juego. Sin Komazec en sus registros habituales, el Buklcer no es más que una radiografía de los males que afectan desde hace ya algún tiempo al baloncesto italiano. Es decir, mucha pose y poca clase. En la jugada decisiva, Brunamonti envió toda una asistencia ala grada, que los jugadores madridistas aplaudieron sin decoro.

El Madrid mantiene sus aspiraciones, pero sigue en pecado. Sin un pistolero (o un sistema que garantice un juego de media distancia), el Madrid es un equipo con fecha de caducidad.

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