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Tribuna
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Mediterráneo

Los norteamericanos presumen mucho de melting-pot. Creen que es el futuro y ellos lo han alcanzado ya. No en vario suman rostros de etnias diferentes en Seattle, reúnen múltiples iglesias en San Francisco y se escucha un centenar de lenguas en Manhattan. El melting-pot norte americano es, sin embargo, sopa juliana comparado con el guiso que un fogón de milenios ha venido cociendo sobre la mediterraneidad. Lo que en Estados Unidos es una mixtura se traduce aquí en amalgamas cuyos iris sólo llegan a discernir los demiurgos. Aquello promiscuo que en América es una tendencia hacia el porvenir toma en estas orillas el despacioso bulto de un templo. Ninguna música tecno acabará con el vozarrón de los dioses en las are nas del vecino desierto. El Medite rráneo ha sido ámbito de tres monoteísmos, prolongó la romanización hasta América Latina, llevó el mundo griego ortodoxo hasta Rusia y el islam hasta Insulindia. El Mediterráneo pavimentó de mármol los atrios de la democracia y acaparó los botines históricos de Egipto, los fenicios o Sumeria.Buceando en el Mediterráneo las culturas copulan o se devoran sin morir del todo. A su lado cualquier otro melting-pot es calcomanía barata: la episódica mezcolanza de una hamburguesa. Pero cuando los actuales mandatarios de la UE guiados por septentrionales calvinistas, aplauden una conferencia de este tipo, no es seguro que no vaya a hacer una picadura económica muy pronto. ¿Un nuevo Maastricht ¿Un área homogeneizada para hacer capitalismo más fácil? ¿Una lo que entre alborozos se Una nueva americanización? Atencióna lo que entre alborozos se llama Conferencia Euromediterránea. Los mismos burócratas, nada más empezar, ni siquiera dicen ya "mediterráneos" al estilo fuerte y sexuado de Serrat, sino "meds", al modo de partículas epicenas, sin rango.

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