_
_
_
_
LIGA EUROPEA DE BALONCESTO

Madrid acude al manual de supervivencia

Una Cibona sin grandes talentos dispuso de un triple para empatar el partido

Luis Gómez

Cada vez que se acerca la Cibona por Madrid, el público acude a la cita con el ánimo inquieto. Hay en la visita una doble perspectiva, muy contradictoria por otra parte. Por un lado, observar si aparece por el mercado croata algún. nuevo producto, un pequeño depredador no exento de talento. Y a resultas de ello, prepararse para el tormento. La noche resultó incómoda: a diez segundos del final, el partido estaba a tiro de triple para los croatas. Por el contrario, no hubo apellidos que añadir al catálogo de bestias negras.En cualquier caso, el Madrid no esperó. E hizo bien. Tomó las riendas del encuentro sin complejos, atento a no permitir que el rival encontrara una argumento desde donde poner en práctica su temida facilidad para encontrar posiciones de disparo. Para que eso suceda no hacen falta demasiadas cosas: les basta con encontrar a un compañero en estado de gracia o detectar una simple falla en el sistema de seguridad del contrario. Si así sucede, la pesadilla es un hecho.

Más información
Obradovic: "Pecamos de impacientes"'
El Barca pierde una buena ocasión en Tel Aviv ante el Maccabi

El antídoto descansó en un trabajo defensivo bien diseñado, puesto en práctica con bastante acierto durante los primeros 15 minutos. A fuerza de alternar defensas, la Cibona se encontró ante un escenario desagradable: no podía pensar, no podía poner en marcha ese mecanismo genético mediante el cual adaptan su ataque a las carencias del rival. Bien apoyado en una salida explosiva de Arlauckas (anotó sus primeras cinco canastas), el Madrid creyó que el partido tomaba el rumbo adecuado (30-17). Hasta ese momento (minuto 15), la Cibona sólo había anotado un triple de nueve intentos. Era un dato para la satisfacción.

Sin embargo, en el descanso el panorama anunciaba tormenta. A fuerza de hurgar, la Cibona fue encontrando pequeñas grietas. Sin ruido, explorando el terreno, a paso de tiros libres, volvió a meterse en el partido (42-37 al descanso). El Madrid había perdido concentración y ataque carecía de garantías. O Arlauckas o nada.

La reanudación fue otra historia. No hubo un protagonista al que señalar con dedo acusador (eso hubiera sido dramático dados los antecedentes), pero sí un equipo dispuesto a dar la sorpresa. El marcador se estrechó, los nervios aparecieron y el diagnosticó tomó mal cariz en tanto en cuanto los croatas resucitaron su ancestral habilidad para anotar un triple tras otro, no importa la distancia ni su dificultad, la ortodoxia del juego o el sentido común. En esa suerte, no tienen ética: lanzan el triple cuando les viene en gana y desde el extrarradio si así les place. Si les viene el estado de gracia, no hay otro remedio que arrestarlos sin orden judicial. Dadas las circunstancias, el Madrid utilizó el manual de supervivencia. Se sostuvo a duras penas en el mando del partido y acudió a cualquier treta para mantener vivo su ataque. No hubo demasiado orden y, desde luego, poco concierto: muchos balones a Arlauckas, algún que otro triple agónico de los bases y visitas apresuradas a la línea de tiros libres después de provocar una personal con esa mediocre teatralidad de que hacen gala los jugadores españoles (para teatro del bueno, siempre un italiano por favor).

Como quiera que a la Cibona se le fue agotando el estado de gracia (no busquen talentos en este equipo), el Madrid aguantó el envite. Aun así, el pánico se manifestó en sus filas a falta de diez segundos (80-77), con el balón en poder de los croatas. El desenlace fue bien simple: ellos fallaron. No dejó de ser una noche rara: poca Cibona para tanto sufrimiento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_