Raúl sobrevive a 365 días de fama
Al año de su debú, la vida del madridista ha dado un vuelco: tiene, boche, vive en un barrio de lujo y maneja tarjetas de crédito
Aquel chico no ha vuelto por la parada del autobús, ni por el instituto público que dejó con el COU sin hacer. Aquel chico apenas aparece ya por San Cristóbal de los Ángeles, su barrio de siempre, y cuando lo. hace, ya no tiene que hurgar en los bolsillos para saber si puede tomarse unas cañas con los amigos. Aquel chico es Raúl González, el delantero de moda del Real Madrid, que viaja en coche propio, estudian una academia privada, vive en una de las zonas residenciales más prósperas de Madrid y maneja tarjetas de crédito. Su vida ha dado un vuelco en el corto plazo de un año.La ruta de Raúl se invirtió el día en el que Jorge Valdano se lo llevó a un rincón del campo de entrenamiento de la Ciudad Deportiva del Madrid y le susurró al oído: "Mañana juegas- contra el Zaragoza; te lo digo aparte para que no te desmayes". Aquel día, el 28 de octubre de 1994, Raúl González Blanco abandonó el anonimato y se convirtió en uno de los personajes mas populares del país.
Ángel Cappa, el ayudante de Valdano, tuvo entonces un miedo atroz a que el mundo se cayera encima del descubrimiento. Un debú repentino en el Real Madrid había colocado su nombre en la cabecera de todos los periódicos, su foto en la carpeta de cientos de adolescentes y su voz en docenas de emisoras de radio. Demasiado para un chaval de 17 años. "Humanamente", comenté Cappa, "el peor de los peligros que corre Raúl es que le quiten la tierra de debajo de los pies". A los 365 días de su asalto a ].a fama, Raúl sobrevive como si tal cosa. Después de todo, el mundo no se avalanzó sobre él. Y si lo hizo, fue en vano.
Raúl sigue con los pies en el suelo, aunque su existencia es bien distinta a la de hace un año.Sobre todo en la carrocería, en su relación con el exterior: "Antes yo iba con mis amigos y hacía una vida normal, la misma que podía hacer cualquier otra persona. A partir del día de mi debú la gente me reconoció y empezó a acercarse demasiado a mí. Ya no me puedo dejar ver tanto. Uno, debe conservar a salvo su intimidad". Por dentro, en cambio, Raúl González se ve igual: "creo que sigo siendo la misma persona de siempre. Tengo mis amigos, mi gente y mi carácter, que siguen igual. El cambio fundamental es la gente que me rodea".Pantalla protectora
La actual periferia de Raúl tiene un elemento, permanente: su representante, Fermín, convertido durante el último año en acompañante inseparable, en carabina que controla todos sus movimientos: "Mi misión era conseguir que todo lo que rodea el fútbol no le comiera el coco.. Hacer de pantalla que filtrara las cosas nocivas que pudieran amenazarle". Fermín ordenó su agenda (lunes, martes y miércoles, atender a la prensa, acudir a entregas de trofeos y visitar' hospitales; y dedicar al fútbol, a concentrarse en la profesión, los jueves, viernes y sábados); negoció y mejoró su situación económica (Raúl pasé de ganar 60.000, pesetas mensuales a cobrar 300.000, y firmó un contrato hasta el año 2000 a razón de unos 60 millones de pesetas por temporada, con una cláusula de rescisión de 1. 100 millones de pesetas), y tuvo que ver en todas y cada una de sus decisiones, hasta en la selección del coche. Raúl quería comprarse un todoterreno, pero triunfó la sugerencia de Fermín: uno . más discreto, un Golf. Fermín, un ex futbolista, considera que Raúl "ha madurado bastante" en el último año. "Es más adulto" añade, "está más seguro de sí mismo. Hasta fisicamente le veo distinto, más hecho". Raúl se deja guiar en todo por su representante: "Tener un hombre de su experiencia al lado es beneficioso. Su trabajo es estar pendiente de mí. No quiere que ningún cabo se quede, suelto, ni que yo pueda cometer algún error. Para los dos o tres primeros años que esté en el Madrid es importante tener a una persona como él. Luego, poco a poco, me iré valiendo solo".
Pese a la. protección de Fermín, Raúl ha notado cómo, de un año, a esta parte, una avalancha de individuos de diferente especie ha lanzado lazos sobre él para atrapar su amistad. Por ahí, sin embargo, Raúl lo tiene claro: "Mis amigos son los de siempre. En este mundo, del fútbol se conoce a mucha gente. Y puedes hacerte amigo de alguien más, pero hay muchos que se quieren acercar a ti para aprovecharse un poco. Lo he notado. Por eso, creo que cada uno tiene que saber hasta dónde puede llegar con cada persona".
Sus amigos de siempre son Aris, Marcos, Alejandro y José. A todos los unió el fútbol hace casi diez años jugaban juntos en los campos de tierra del barrio, en San Cristóbal de los Ángeles. Crecieron del brazo. Compartieron mañanas de colegio en el Navas de Tolosa y tardes libres llenas, de petardos lanzados al aire para asustar al vecindario. Hoy se siguen viendo, aunque con menos frecuencia.. "Con los amigos me pasa como con mi familia, que los veo mucho menos que antes". Viajo demasiado. En cuanto tengo un rato libre, quedo, con ellos"
.Para Aris (Arístides Ludeña, de 19 años), Raúl no ha cambiado ni un tanto así: "Realmente, no le noto cambio alguno. Con nosotros, desde luego, sigue igual. Como tiene la novia en San Cristóbal, Susana [la misma. que ya tenía antes de estrenar popularidad, viene muy a menudo por el barrio. Y nos llama". Algunas circunstancias, claro, son diferentes. Las tertulias en La Corrala o en La Pilarica, dos pubs de la zona, ya no son tan tranquilas: son interrumpidas con demasiada frecuencia para que Raúl pueda satisfacer la demanda de autógrafos de los que le reconocen.
Otro detalle ha variado:. el dinero. El poder adquisitivo del amigo futbolista sé. ha disparado. La desproporción ha sido sellada con un pacto. `Si viene con nosotros" dice Aris, que acaba de cumplir, el servicio militar y se dispone a reincorporarse a la imprenta donde trabajaba antes de que Raúl se hiciera famoso,"es de igual a igual. Eso lo tengo claro. Él paga las mismas rondas que los demás". En realidad, Raúl, advierte Fermín, no sabe qué dinero tiene: "El dinero lo, maneja, su madre'.
Pero Raúl sabe algo, y presume de ello con orgullo: "He tenido la suerte de llegar al primer equipo, ganar dinero y subir el nivel de vida de mi familia.". Su
familia son sus padres, María Luisa y Pedro, un electricista que trabaja en la base aérea de Torrejón, y sus hermanos, Pedro, que se casó hace un año y medio, y María Luisa. Por ellos, dice Raúl, compró una casa nueva, más grande, en el barrio de mirasierra. Del nuevo domicilio, el goleador del Madrid sólo venera su habitación: "Ahí sí que he cambiado. Antes, en San Cristóbal, compartía cuarto con mi hermano, que por ser siete años mayor lo tenía puesto más bien a su antojo. Ahora ya tengo la habitación soñada: mi propia habitación. Es mía. Y apago la luz cuando yo quiero".Con el nuevo curso, Raúl ha cambiado de instituto. Abandonó el público de San Cristóbal y se inscribió en una academia privada de la calle de Costa Rica. Allí repite COU, en ciencias puras. El año pasado, con el ajetreo del Madrid y del Mundial Juvenil de Qatar, el curso le superó. Ahora, las clases son por las tardes y acude a ellas cuando puede, ya siempre en coche. No se le ha vuelto a ver por el autobús, el tren y el metro, sus medios de transporte anteriores. "Cuesta estudiar", confiesa, "pero es necesario. Este año estoy más tranquilo y centrado y parece que las cosas van mejor. Luego, me gustaría hacer veterinaria. Adoro los animales. Si no me llega la nota, haré otra cosa. Lo importante es hacer algo, estudiar, porque nunca se sabe cuándo acabará lo del fútbol".
"Te parto la cara"
Entre sus nuevas actividades, Raúl cumple a diario escrupulosamente con una, firmar autógrafos. Decenas de ellos después de cada entrenamiento. Pero es tal la demanda que no puede satisfacer a todos. No hace mucho, un seguidor de unos cincuenta años, enojado porque el jugador no se detuvo a su altura para dedicarle una fotografía, la pagó con el capó del coche. Raúl, para quien su Golf es sagrado, no se reprimió. Buscó entre la nube de chavales al agresor y le advirtió: "Como vuelvas a tocar el coche te parto la cara".
. Aunque le agrada lo de los autógrafos y lo de ser famoso, Raúl empieza a sentirse algo "agobiado". Tal vez por eso, en sus días libres, se tira en plancha sobre la tranquilidad: "Procuro ir al campo y huir del murmullo de Madrid. Antes me gustaba ir por Madrid, pasear por el Retiro. Ahora, ya no me encuentro a gusto. Sólo, para ir al cine. Entrar rápidamente en la sala y ver las películas tranquilo". -
Raúl González pesa dos kilos más que hace un año, ha ganado un par de centímetros y ya puede votar. Usa la misma colonia, NBA, por cuestión, materna, y come lo mismo ("soy de los que tragan lo que pongan") a poder ser, arroz a la cubana. Sigue sin hacerse la cama (Cuenta su hermana, María Luisa, que es un vicio incorregible que adquirió de pequeño). No lee más allá de libros de texto y prensa (llegará el día en que lea, seguro"). Lleva en la cartera más dinero que cuando reunía como mucho 1.000 pesetas de una sola vez, pero no demasiado. "En realidad", dice, "lo que me libra es la tarjeta". Y ha agrandado su vestuario. De una corbata y una chaqueta para las grandes ocasiones, a media docena de trajes Por lo demás, es el Raúl de siempre. Con un año más.
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